Muchos han denominado a los atentados del 7 de octubre el 11S de Israel, y aunque es una comparación manida, tiene algo de cierto. En todo caso, la proporción de víctimas de los atentados de NY sobre la población norteamericana es mucho más baja que la que supusieron casi el millar de asesinados sobre los nueve millones que viven en Israel. Es erróneo el símil por el atacante, porque si en Manhattan lo que sucedió lo llevó a cabo una organización medio fantasmal a la que pocos conocían lo de Israel lo ejecutó Hamas, enemigo fiel con el que son ya varias las guerras sostenidas. Tarde o temprano iba a volver a atacar.
Por eso a mi me gusta más el símil con Pearl Harbour, donde se mezcla la intensidad y el shock del ataque con el hecho de que haya sido realizado por un enemigo previsible, pero bueno, pueden quedarse con la comparación que quieran. Sí es verdad que varias de las consecuencias que ahora vive la población israelí son similares a las que experimentaron los norteamericanos: el miedo, la sensación de fragilidad, la vulnerabilidad, la desconfianza, la psicosis…. Todo eso se canaliza de diversas maneras y la rabia es una de ellas. Golpeados de manera despiadada e inesperada, las sociedades buscan catarsis y la venganza es una de las vías más efectivas para ello, y así uno puede esperar respuestas violentas que surgen de las entrañas, tan comprensibles como despiadadas. En su momento EEUU planificó una operación de ataque contra Afganistán, estado que, en poder de los talibanes, amparó y sirvió de lugar de entrenamiento a las fuerzas de Bin Laden. Si esa respuesta pudo tener lógica, lo que siguió en Irak ya no, y de ahí a las dos décadas de empantanamiento de las tropas de EEUU en oriente medio no hay nada, culminadas con la cutre huida de hace dos veranos de un Kabul retomado por las hordas integristas. El balance de estos años es amargo para muchos norteamericanos, y no ha servido para fortalecer la imagen del país en el exterior, sino más bien lo contrario. De Ahí que se sucedan los artículos en la prensa por parte de expertos norteamericanos que recomiendan a Israel que sea mucho más inteligente de lo que ellos fueron en su momento para responder de la manera más adecuada posible. La necesidad de venganza, de hacer algo, puede llevar a las IDF, ejército israelí, a arrasar Gaza y causar una debacle con la población civil de la franja como gran perjudicada, siendo como es un rehén más del yihadismo de Hamas. Si así actúa, además, empezará a perder la solidaridad internacional que han suscitado los atentados islamistas, dado el arraigo que la causa palestina tiene, de manera hipócrita pero sostenida, en las opiniones públicas de muchas de las sociedades occidentales. Este movimiento internacional de viraje desde el respaldo a Israel a criticarlo ya ha comenzado, y en las calles se ven muchas más manifestaciones con la bandera palestina que con la israelí (bueno, y luego estamos nosotros, donde hay directamente alguna manifestación a favor de Hamas). Los gobiernos occidentales, que se empiezan a asustar, viran sus mensajes desde el respaldo sin fisuras a Israel a pedir proporcionalidad y respeto a las reglas de la guerra, lo que deja las opciones de una intervención militar en la franja reducidas a muy poco, y eso choca completamente con los deseos de una parte de la sociedad israelí. A todo esto debemos sumar que toda la vecindad de Israel, desde la fundación del estado, aspira a eliminarlo, por lo que sólo la actuación militar de Israel le ha permitido mantenerse como entidad desde 1947, con numerosos desmanes en una historia de violencia colectiva cruzada que hace mucho que eliminó la frontera entre bondad y maldad y convirtió a este conflicto en una pesadilla llena de horrores. ¿Tendrá en cuenta Israel todo este tipo de advertencias?
Probablemente no. La historia demuestra que e Israel no se hacen las cosas para quedar bien con la opinión pública global, sino para mantener el miedo a aquellos que amenazan su existencia, problema que ninguno padecemos y que lo condiciona todo (Ucrania ahora sí, por ejemplo) así que lo que tenga pensado hacer el ejército en la franja es algo que, a buen seguro, estará planificado de antemano. Pero, y luego ¿Cuál es el plan? ¿Qué sucede si se conquista la franja? ¿Qué se hace con ella? ¿Cómo distinguir a los de Hamas de los que no lo son? ¿Eliminará Israel más terroristas con su acción de los que creará en otras naciones musulmanas como respuesta? ¿Y si se desata, definitivamente, el frente norte con Hezbola? No tengo respuestas ni a estas ni a otro montón de preguntas que no dejan de surgirme.
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