La idea de Biden era la de hacer hoy un viaje de apoyo a Israel y, de paso, contactar con dirigentes de naciones vecinas, especialmente Jordania, para intentar apaciguar los ánimos y así mantener posibilidades no tanto de acuerdo pero sí de freno a la escalada. La reunión de Tel Aviv es relevante pero estará muy escenificada, la diplomáticamente relevante es la que iba a tener lugar en Aman con, entre otros, el representante de la autoridad palestina, ofreciendo así una sensación si no de equidistancia, que evidentemente no existe, si de amparo. En la frase he empleado el verbo “iba” porque ese encuentro ya no va a tener lugar, se suspendió ayer por la noche.
El motivo no fue otro que la masacre que a última hora de la tarde tuvo lugar en un hospital de Gaza, donde impactó un proyectil que ha causado cientos de muertos entre los que eran atendidos por el personal del centro sanitario y los que acudieron allí a buscar refugio. El causante del ataque no está claro, porque las fuentes palestinas acusan al ejército de Israel y las IDF israelitas acusan a la yihad islámica y al fallo en uno de los proyectiles que disparó desde la franja rumo a territorio israelí. Hay algunas imágenes de lo sucedido antes que, a mi escaso entender, no me permiten ser concluyente, y ambas versiones pueden ser reales en un escenario de completo enfrentamiento mutuo, pero lo único seguro es que la matanza ha tenido lugar y que los ánimos palestinos y, en general, musulmanes, se han exacerbado. Ayer por la noche Ramala, capital de Cisjordania, era escenario de graves altercados entre palestinos y miembros de la seguridad del gobierno de la OLP y fuerzas israelíes, y escenas de violencia se daban en varias capitales de naciones del entorno alrededor de las embajadas judías, donde cientos de personas se manifestaban con intentos de asalto incluido, como pasó en Aman, capital de Jordania. Para cuando se sepa con algún grado de certeza quién ha sido el causante del ataque no serán pocos los que ya hayan muerto en las protestas y tumultos que se van a dar en medio mundo. En este escenario de tensión creciente y de guerra abierta la visita de Biden pierde gran parte de su sentido. Planificada, como antes señalaba, no sólo como muestra de solidaridad con Israel, sino como un ejercicio de diplomacia global por parte de la mayor potencia del mundo, la jornada se va a quedar en un apoyo al gobierno de unidad nacional israelí y poco más, con el resto de la agenda deslavazada. Desde que Hamas lanzó su ataque el sábado 7 todos los planes que esbozaba Washington para la región se han deshecho, en medio de la guerra. La idea de ir trenzando alianzas gubernamentales entre naciones árabes y el estado de Israel de reconocimiento mutuo para estabilizar la región y quitar carga violenta al conflicto palestino, dejando de paso a los propios palestinos en un muy segundo plano, era una estrategia posible que iba dando frutos y, que de funcionar, permitiría a EEUU apartar su atención de esa zona del mundo para centrarse en lo que realmente le agobia, que es China, con Ucrania de fondo. La guinda de ese plan, tras varios acuerdos ya estampados, era la firma de un reconocimiento mutuo y el establecimiento de relaciones entre Israel y Arabia Saudí, el más rico entre los ricos de la zona, y custodio de dos de los tres lugares santos del Islam (sí, el tercero es la mezquita de Al Aqsa en Jerusalén). De haberse dado, y ha estado cerca, hubiera supuesto un antes y un después en la región, porque sin el apoyo de los saudíes no sólo ya la causa palestina, sino gran parte de los movimientos arabistas antisionistas quedarían desangelados, y sólo Irán permanecería como enemigo irreconciliable, pero encapsulado entre naciones que no atacarían a Israel. No son pocos los que dicen que destruir ese posible acuerdo era una de las causas profundas que motivaron el ataque de Hamas, y no se puede negar que ha tenido éxito si ese era su objetivo. Y tras la masacre de ayer, no queda puente alguno entre Israel y su vecindario.
Un detalle no menor sobre el viaje de Biden. Desde que se anunció me parece una imprudencia, porque el riesgo de que sufra algún tipo de ataque es altísimo. Solamente el saber que el presidente de EEUU, su avión y su séquito están al alcance de los cohetes de Hamas y demás grupos es tan tentador que quién no intentará hacer algo. Con las ruinas del hospital de Gaza aún calientes y los cadáveres sin terminar de ser recontados, la seguridad de esa visita se convierte en algo tan comprometido como difícil de garantizar. De momento, las cosas en aquella región siguen empeorando sin freno alguno.
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