Ayer la Knesett, el parlamento israelí, convalidó el gobierno de unidad nacional que fue pactado entre Netanyahu y Benni Ganz, uno de los principales líderes opositores. El propio Ganz, junto con algunos de los suyos, entran a formar parte de un gabinete en el que no ostentan carteras pero sí voz y voto, y acceso pleno a la información de la guerra y, por ello, a la toma de decisiones. Otro de los líderes opositores no ha querido entrar porque, como ministros, permanecen en el gobierno líderes ultrareligiosos y de extrema derecha. En todo caso, la unidad de acción de la sociedad israelí está garantizada mientras dure la guerra y apoyará las decisiones que salgan de ese ejecutivo.
Y, de momento, la más trascendente es la de decretar el bloqueo a toda la franja, cortar el suministro de luz, agua y energía y establecer una posición con cerca de 300.000 reservistas a sus puertas, en lo que parece el obvio preludio a una intervención terrestre de toma del territorio. Vía artillería convencional y aviación la franja está siendo bombardeada con intensidad variable pero continua desde principios de semana, y el paisaje de edificios derruidos empieza a ser la tónica en ciertos barrios. La electricidad en la zona se obtiene a través de una central que funciona con gasóleo, y dado que se ha establecido el corte de suministro de combustible cesó su actividad el miércoles, creo, por lo que las únicas fuentes de energía que se mantienen son las de los grupos electrógenos que particulares o entidades puedan tener. Los hospitales sobreviven a duras penas con sus instalaciones más que saturadas y el flujo de energía dependiente de los medios propios, que es probable que se acaben en pocas horas, a lo sumo un par de días. La táctica de Israel frente a la franja es la de establecer un asedio medieval que “ablande” a los que allí residen, de tal manera que la posible resistencia que pueda darse una vez que las tropas penetren sobre el terreno sea la menor posible. Es probable que los milicianos de Hamas tuvieran entre sus opciones la de verse sometidos a algo así, por lo que no hay que descartar que en los mismos lugares en los que esconden los cohetes que disparan a Israel acumulen también agua y provisiones para autoabastecerse y resistir el asedio. Quienes no van a tener demasiadas opciones son los civiles que viven en la franja. Con los pasos a territorio israelí completamente bloqueados y con la alternativa de Rafá hacia Egipto que no se abre, las opciones de los residentes son buscar el refugio que parezca más sólido y rezar todo lo posible para que una bomba no les piel. ¿Cuántos de los dos millones de habitantes de la franja son de Hamas y cuántos viven sometidos a su dictadura? No hace falta ser un lince para suponer que la mayor parte de la población pertenece a esta segunda franja, pero dada la densidad de población del lugar y la manera sibilina con la que el grupo yihadista ha hecho simbiosis con la sociedad y sus infraestructuras resulta imposible, si uno quiere bombardear un edificio, que no mate a civiles inocentes cuando sabe que algún terrorista se aloja ahí. Esto lo sabemos todos, también los israelíes, pero ahora, conmocionados como están por el ataque que han sufrido, no van a andarse con contemplaciones. Desde los países occidentales se están lanzando tres mensajes muy claros a este respecto; condena absoluta por las acciones sádicas de Hamas, derecho pleno de Israel a defenderse ante ellas y necesidad de uso de la contención y las reglas de la guerra. Hay pocas discusiones sobre las dos primeras (sí, en nuestro país sí hay discusión, pero paso de ello) pero sobre la tercera las declaraciones que están saliendo en boca de los portavoces y dirigentes de Israel no hacen presagiar que esa contención y reglas sean lo que determinen las acciones que se van a dar los próximos días. Un ataque desatado, sin freno, de Israel sobre la franja causaría un número de muertos civiles inocentes entre la población palestina difícil de soportar e imposible de justificar, y sería la espoleta perfecta para que terceros, como Hezbola, sin ir muy lejos, abran un nuevo frente en las hostilidades, o que haya una reacción global en el mundo musulmán que suponga una situación internacionalmente muy peligrosa.
¿Ha calculado Hamas algo así y lo busca? Los palestinos de Gaza son un incordio para los milicianos de Hamas, un coste y, en todo caso, rehenes que pueden ser utilizados para causar pena global y servir a los oscuros propósitos de la organización. Imágenes de palestinos masacrados por la rabia israelí son oro propagandístico para los que quieren utilizarlo, y la acción de Hamas ha enrabietado a Israel de una manera descontrolada. ¿Busca su embestida para ganar respetabilidad global? ¿Sacrificará a la población palestina de Gaza en una orgía de sangre para que sus salvajes acciones queden ocultas? En el juego macabro en el que estamos las vidas inocentes sólo parecen servir para ser acumuladas en morgues y luego contabilizarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario