miércoles, septiembre 10, 2025

Israel, descontrolada, ataca Qatar

Es una frase tan manida que apenas tiene sentido, pero el ataque que ejecutó ayer Israel sobre Qatar supone un salto cualitativo en todo lo que tiene que ver con la situación militar y geopolítica de Oriente Medio. En Qatar se encuentra alojada una delegación de Hamas que es la que mantiene el hilo negociador con el gobierno de Israel para mantener un hilo de comunicación entre ambas partes durante la cruel guerra que se vive en Gaza. Es de suponer que también allí se encuentran dirigentes de la organización islamista, que han escapado de las ruinas de Gaza, o que desde un principio se mantienen en la retaguardia a sabiendas de lo que iba a pasar en el territorio palestino.

La acción de ayer, en principio quirúrgica, pretendía acabar con esa delegación de Hamas, y consta que causó muertes en ella, aunque al parecer también hubo supervivientes, pero en todo caso se ejecutó violando la soberanía del país atacado, su espacio aéreo y la seguridad de todos sus habitantes, que se vieron expuestos a una acción militar de primer orden con fuego real y bombardeo efectivo. Qatar no es un país cualquiera, sino uno de los reinos de la zona con mayor capacidad de influencia, riqueza y poder. Es uno de los mayores exportadores de gas natural licuado del mundo y mantiene estrechas relaciones con Irán, al ser una nación chií. Más por lo primero que por lo segundo, sus relaciones con EEUU son muy estrechas, existiendo un nivel de cooperación económica y militar de primer orden. Qatar es uno de esos lugares del Golfo Pérsico en el que la riqueza se desborda, residen millonarios de medio mundo que llevan una vida artificiosa en resorts de una calidad y discreción difícil de imaginar y no tiene mucho que ver con las pobres naciones islámicas que asociamos al mundo del conflicto palestino. Atacar a Qatar es una decisión bruta por parte del gobierno de Israel que supone no sólo la extensión del conflicto, que también, sino atacar a un socio de EEUU, el principal, y ya único valedor de las autoridades de Tel Aviv. La manera en la que se ha producido el ataque, además, ha dejado a las claras que el gobierno de Netanyahu no se comporta precisamente como un socio fiable de la potencia americana, sino que, embravecido por su soberbia, ha decidido actuar por su cuenta y riesgo. Al mayor parte de las informaciones señalan que fue la inteligencia de EEUU la que detectó los movimientos de la aviación israelí y sus intenciones, sin que se hubiera producido una comunicación oficial por parte de las autoridades hebreas a sus homólogos norteamericanos. Ello provocó que el aviso que recibieron las autoridades qataríes por parte de EEUU de que se iba a producir un ataque se produjo cuando la acción ya se había iniciado y, dada la velocidad a la que se dan estos hechos, quizás ya hubiera concluido. Así lo confirmó la autoridad qatarí que ayer comentó lo sucedido a los medios internacionales por la noche, horario europeo, dejando clara la indignación del gobierno ante lo sucedido y anunciando que se producirían probables represalias o contramedidas de tipo no declarado. Es lógico el enfado profundo que puede tener ahora mismo ese gobierno y país. El comunicado de ayer por la noche de Trump en su red social haciendo referencia a lo sucedido también dejaba bastante claro que no había una especial satisfacción en la Casa Blanca por lo sucedido. Todo ha pasado a espaldas de las autoridades de EEUU, que han vuelto a ser toreadas por Netanyahu, a la manera a la que el maestro del engaño Putin ha convertido en su forma de actuar, dejando en el más absoluto de los ridículos a todo el Departamento de Estado, y a los responsables, por llamarlos de una manera, de la seguridad del país. Israel ayer se comportó como un macarra sin excusa ni justificación alguna ante un tercer estado. Y eso EEUU no lo puede consentir, por la sensación que transmite al mundo de que su aliado ya no está sujeto a su voluntad.

Lo cierto es que la degeneración que se vive en las autoridades israelíes en lo que hace a la gestión de la guerra en Gaza y todo lo que tiene que ver con ella ha entrado en una espiral difícil de contener. El componente ultranacionalista que mantiene en pie el gobierno de Netanyahu parece haberse hecho con el pleno control de la situación en el gabinete y no hay día en el que las acciones militares en la franja, y fuera de ella, aumenten en intensidad, gravedad y desparpajo. Israel va camino de convertirse en un estado paria global, en un apestado, y sólo la respuesta de su sociedad civil puede cambiar el rumbo, a mi entender suicida, en el que le ha embarcado su actual gobierno.

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