Se han otorgado los Oscar de 2006. Como siempre hay un factor de mala suerte, de las cinco nominadas a mejor película he visto cuatro de ellas, y se lo han dado a la quinta, por lo que no puedo decir nada sobre la ganadora, Crash. De entre el resto, yo se lo hubiese dado a Munich, pero he de reconocer que este año había mucho más nivel cinematográfico (en mi modesta opinión, que no entiendo yo mucho de esto) que en ocasiones anteriores. Historias no muy espectaculares, ni llenas de efectos y fuegos de artificio, sino de sólidas interpretaciones y temas muy interesantes. Pese al tópico de que lo valiente hubiese sido darle el premio a la película de los vaqueros Gays, pienso que no. Lo arriesgado sería premiar a Munich, rechazada tanto por judíos como palestinos, y, sobre todo, a esa cosa rara que se ha colado hasta el fondo de la cámara llamada Buenas Noches y Buena Suerte, por lo que tiene de “crash” mediático, por su influencia en los medios.....
Ya hice referencia a ella en mi entrada del 28 de febrero, pero es que esa película de George Clooney (premiado como mejor actor secundario por Syriana, otra llamada a crear polémica por su visión de la industria petrolífera y el papel occidental en ella) está removiendo, agitando, y quien sabe si haciendo replantearse a alguien las conciencias y el papel de los medios de comunicación, especialmente en su vertiente televisiva. En los años cincuenta la televisión americana ya había recorrido mucho en su camino a la podredumbre, tanto como la española en los noventa, quizás. De ahí en adelante las televisiones españolas (públicas, privadas, autonómicas, locales, etc) se han convertido en un objeto de continuo vituperio, agravio y vergüenza para la mayor parte de la gente que, pese a todo, sigue acudiendo a ellas para encontrar su relax tras un día agotador. Ayer, en un artículo de EL PAÍS, se hacía referencia a este asunto, al mensaje de la película y a las opiniones que suscita entre los profesionales de los informativos. En general las conclusiones son comunes. La información y el análisis han perdido la batalla frente al entretenimiento y el suceso. No es un buen resultado, no.... En el artículo se dicen algunas cosas irreflexivas, como que Gabilondo es el Edgard Murrow de nuestro país (hombre, el artículo se publica en PRISA, es comprensible el autobombo, pero tanto...) o que los años de Aznar son comparables a los de McCArthy.
Quizá uno de los grandes problemas que tiene la televisión en España (más que la radio o la prensa) es el plegamiento que los canales públicos realizan a favor del gobierno de turno, sea cual sea este gobierno. Con el PP, el PSOE, el PNV CiU o como quiera llamarse, el canal público del lugar en cuestión será una plataforma de propaganda para el gobierno, y eso es crear un medio con un vicio muy difícil de extirpar. En este caso los periodistas españoles destacan por su poca capacidad crítica, y sometimiento al sueldo de quién le paga. Ya lo dice Óscar Vázquez, director del informativo de la noche de Antena 3, en el citado artículo “¡Hoy en día no me imagino ni a Matías ni a mi dando parte de nuestro sueldo para que siga el noticiario! (...) Nosotros no podemos competir con el periodismo de análisis, ¡se nos iría la audiencia!".
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