Ayer las televisiones contaban como nueve personas han muerto fruto de accidentes e imprudencias enmarcadas en la celebración del Gran premio de España de Motociclismo en Jerez. Cifras de víctimas como estas en cualquier otro evento serían impensables, y de suceder todos los periódicos y medios de comunicación estarían llenos de editoriales y artículos al respecto, pero no es así. Menciones cortas, rápidas y de pasada, y todas las televisiones mostrando imágenes de los locos esos que se dedican a picar rueda de moto, quemar gomas, hacer caballitos y demás.
¿Fomentan esas imágenes el vandalismo en carretera? Puede que sí, pero sobre todo, más que su difusión, es grave el regocijo con el que son asumidas. Esos individuos hacen sus piruetas y cabriolas sin casco, a lo loco, en medio de una calle repleta de enfervorizados seguidores, que aplauden a rabiar el último giro extraño y salen ansiosos de ganas de imitarles, sin ser conscientes de los riesgos que asumen, quizá debido al hecho de que los que hacen el espectáculo son tan inconscientes como el público que les ve. Hay un episodio maravilloso de los Simpson (Cuál no lo es...) en el que Bart y Hommer acuden a una demostración de destrozo de coches muy americana, en la que un valiente se lanza con su moto, tras saltar una rampa, sobre círculos de fuegos, serpientes, etc, y tras una aterrizaje muy brusco sobrevive, camino del hospital. Tras verlo, Bart sólo sueña con su monopatín y lucha por saltar la garganta de Springfield, pese a que parece totalmente imposible lograrlo.
Finalmente Hommer lo impide, pero es él el que se lanza camino a la garganta con el monopatín, y el resultado no puede ser más desastroso. La secuencia de la caída, la llegada de la ambulancia y la nueva caída son muy hilarantes. Lo malo es que algunos de los del fin de semana no se han dado cuenta de que no pueden cruzar la garganta, y al menos Bart se arriesgaba el sólo, no se llevaba a nadie por delante. Confiemos en el carné por puntos y en al vigilancia, pero de mientras los ídolos de muchos sean unos que hacen caballitos con el casco en el brazo sólo obtendremos codos impolutos y cabezas rotas, las cuales nos pueden informar sobre si sus dueños las tenían huecas o no.
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