Mañana es 11 de Marzo, segundo aniversario de la matanza terrorista de Madrid. No es un recuerdo muy agradable, no, pero es necesario recordar estos hechos y no olvidarlos. No vivir gravitando en torno a ellos, pero nunca arrinconarlos en la memoria, porque de así hacerlos se volverán a repetir, y en ningún caso podremos honrar a las víctimas d tanto sufrimiento si ni siquiera las recordamos. No se si habrá alguna actividad programada de homenaje. En todo caso ya me haré yo algún acto por mi cuenta. Afortunadamente ni yo ni conocidos míos sufrieron pérdidas en ese día horrible, pero seguro que gente con la que me cruzo a diario en el metro, autobuses o aceras sí que perdieron a seres queridos, o conocen a heridos o gente que estuvo donde no debía estar ese día.
Y matanzas como estas son muy difíciles de entender (¿se puede entender un asesinato?, ¿dos?... tiene sentido algo así??) sobre todo por su dimensión y aleatoriedad. ¿Por qué yo ahora estoy escribiendo esto y no fallecí ese día?? Pues seguramente porque así lo quiso la suerte. Si justo el 11 de Marzo la empresa me hubiera mandado ir a otro sitio distinto al lugar en el que trabajo puede que hubiese tenido que pasar por Atocha (o no) y a lo mejor el atentado me habría afectado (o no). Frente a la muerte planificada del terrorismo etarra, hechos como el de Madrid, Londres... las omnipresentes torres gemelas de Nueva York... nos hacen dudar, y preguntarnos el porqué yo no y otras personas sí. Y son preguntas que no tienen solución, corresponden a fenómenos fortuitos, casualidades que derivan del hecho de que uno se encuentre allá donde no debe, pero no porque no deba, sino porque ni sabe lo que va a ocurrir.
Lo mejor ante situaciones así es darse cuenta de lo afortunados que somos los que estamos vivos, de lo mucho que debemos dar gracias a Dios y a los demás por ello, y que la vida, este destello de luz emparedado entre dos eternidades de oscuridad, como dice Manuel Alcántara, es una cosa preciosa, un maravilloso don que debemos aprovechar de la mejor manera posible, porque no sabemos lo que nos espera el próximo minuto, y cada nuevo día es una oportunidad que tenemos para hacer felices a los demás y a uno mismo, de crear nuestro destino, que no nos es impuesto, y de hacer posibles nuestros sueños, deseos y aspiraciones.
Feliz fin de semana
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