Hoy está convocado un macrobotellón en más de veinte ciudades españolas, con el objetivo de superar la convocatoria realizada en Sevilla hace unas semanas, que reunió a más de cinco mil personas. Es curioso esto del botellón. Se juntan una montaña de adolescentes en torno a unas botellas y se dedican a beber en la calle, sin hacer otra cosa. Los defensores dicen que es una forma de relacionarse, huir de los precios abusivos de los bares y locales de copas, y del garrafón que estos venden enmascarado como marcas de prestigio. A mi no me parece más que una profunda estafa, pero el asunto tiene su intríngulis, que decía Jesulín de Ubrique en los guiñoles del Plus.
Supongo yo que la gente se emborracha para desinhibirse, olvidarse de las preocupaciones que le afligen y pasárselo bien. Me parece que no se consigue ninguno de estos saludables objetivos poniéndose hasta arriba de alcohol, pero quizás, en el fondo, lo que ocurre es que el objetivo es el mero consumo, el probara a ver hasta donde puedo beber, si soy más que el otro, si así, ciego del todo, puedo ligarme (se piensan otros términos, pero no los usaré aquí) a la chica esa que me gusta y, en definitiva, transgredí todo lo que puedo y paso de todo. Todas las generaciones han inventado formas más o menos innovadoras de ruptura social, de rebeldía y lucha, pero creo que está es de las más cutre y vulgar de las posibles porque, realmente, ¿es divertido el botellón? ¿se lo pasa bien la gente así? Seguro que si muchos de los habituales de la reunión se hiciesen estas u otras preguntas a lo mejor se daban cuenta de la estafa en la que estaban empantanados, en la mejor edad de la vida y teniendo como proyecto vital la borrachera padre del fin de semana noche. Un poco deprimente, no??
Y de mientras, en Francia la movilización social en contra de un modelo de contrato para jóvenes se convierte en revuelta que amenaza la estabilidad del gobierno. No creo que todas las reivindicaciones sean acertadas (Francia se enfrenta a un problema de anquilosamiento social y económico muy grave para su futuro) pero lo cierto es que da que pensar las causas por las que se juntan los jóvenes franceses y por las que protestan los españoles. Y si, es cierto que en todas partes hay de todo, jóvenes comprometidos y no, pero, como suele ser habitual, en España volvemos a no dar el mejor ejemplo.
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