jueves, marzo 23, 2006

ETA

¿Pasará el 22 de Marzo de 2006 a la historia de España como el día de la renuncia de ETA, del fin del terrorismo?

Ayer, hoy, estos primeros días tras el anuncio son lo de la alegría, los de la ilusión, los de la confianza que da el pensar que mucha, mucha gente no va a mirar los bajos de su coche este fin de semana, y va a poder salir a pasear por la calle sin tener que mirar de más por detrás de su cogote. Hay beneficiarios directos del anuncio de ayer. Pero, esa alegría no debe dejar paso a la ingenuidad. Resolver el problema vasco, eufemística manera de hablar del terrorismo asesino de ETA y compañía, es algo muy difícil y complicado, y lo que nos espera ahora son años de idas, venidas, momentos de euforia y épocas oscuras. Creo que es ahora el turno de la Política con P Mayúscula, de que el PP y el PSOE se junten y acuerden una estrategia unida, inequívoca y coordinada frente a lo que se viene encima. Esta deberá ser llevada a cabo por el PSOE y el Presidente del Gobierno, pero siempre contando con el respaldo de la ciudadanía, y sabiendo que hay determinadas concesiones que no se pueden hacer.

Y nunca debemos olvidar que los individuos que están delante, esos enmascarados con “txapela” (la estética etarra daría para varios tratados de psiquiatría) son unos terroristas, asesinos, nos han hecho sufrir mucho, y si nos pueden engañar lo harán, como ya ocurrió en otros momentos “esperanzadores” que acabaron est(r)ellados, como sabemos. No debemos brindar con champaña como hizo Odón Elorza ayer. Debemos ser conscientes de la defensa del Estado de Derecho, de la primacía de la ley y la judicatura (Conde Pumpido, quién te ha visto y quién te ve) y, ante todo, mirar antes de negociar a la cara de las víctimas del terrorismo, contar con su respaldo y comprensión. Esta tregua será falsa si, mientras no haya atentados, ETA sigue extorsionando, amenazando empresas, chantajeando, abasteciéndose, y a saber que. Es un momento muy serio, muy importante y, espero, el del inicio del final de esta pesadilla, pero no debemos permitir que esta gente cobre su precio en concesiones políticas. Mal favor nos haríamos a nosotros mismos si así actuamos.

Como diría Edgard Murrow, buenos días y buena suerte, señor Zapatero. En sus manos estamos y confiamos.

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