El Pentágono hizo ayer públicas las grabaciones completas que recogen el estrellato del vuelo que el fatídico 11 de septiembre de 2001 se lanzó contra él, causando la muerte de sus ocupantes y de empelados del edificio administrativo. Se han hecho públicas por presiones y requerimientos judiciales, ante la polémica generada por una serie de artículos, libros y demás que, en distintos medios de comunicación, han extendido la teoría de que allí no hubo vuelo alguno, y que la explosión se debió a un misil o a una furgoneta bomba. De la visión de las imágenes yo no deduzco mucho, porque son algo confusas y todo va muy rápido, pero de la realidad se puede deducir casi todo.
Algunos han hecho un gran negocio con todo este asunto. Empezó un periodista francés, que con un libro traducido aquí como “La Gran Impostura” tuvo como principal mérito el revitalizar un adjetivo tan bonito, que el castellano tenía ya casi en desuso. A partir de ahí todo el mundo ha buscado pruebas en todas partes, detalles inconexos, confusas casualidades, para desmentir la idea oficial y asegurar que todo era un montaje. Hubo suerte que la televisión grabó los impactos en las Torres Gemelas, porque de lo contrario alguno también diría que todo fue por culpa de un ascensor bomba o de unos agentes de la CIA que se habían quedado a pasar la noche ocultos, con bombas adosadas, en los conductos de ventilación. De todo hay. No voy a demostrar lo obvio, ni empezaré a comentar los efectos que sobre una frágil estructura de titanio y aluminio (un avión) tiene el estrellarse contra un robusto edificio de hormigón. En el caso de las torres gemelas los aviones no las atraviesan, y las estructuras soportan el impacto sin problemas, a pesar de tener muchas más ventanas que el Pentágono. Pero no, eso pertenece a los técnicos.
Me conformo con que los que defienden ideas tan peregrinas como las de la conspiración me digan donde están los pasajeros y la tripulación de ese vuelo. Que se pongan delante de sus familias y les expliquen porqué sus seres queridos cogieron ese avión y ahora, según estas teorías peregrinas, estarán sin duda “conspirando” con el gobierno de EE.UU o los europeos, y se mantienen escondidos en un oscuro agujero, disfrutando de las comodidades que una sociedad secreta les ofrece, porque desde luego no están con ellos, en sus casas. La verdad es que se oye y ve cada cosa, y se hace negocio con cada historia inventada que a veces da vergüenza hasta levantarse por las mañanas.
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