miércoles, mayo 24, 2006

Bicis colgadas

Ayer detuvieron a un montón de gente por un presunto caso de dopaje en el ciclismo. Médicos, entrenadores y demás, entre ellos Manolo Sainz, actual director deportivo del equipo “Liberty Seguros” y anteriormente de la todopoderosa ONCE. Sainz siempre ha sido un director polémico, aficionado a la bronca, especialmente con la organización francesa del “Tour” y situado en el ojo de la investigación desde hace tiempo. Quizás el desastre de Roberto Heras supuso la puntilla para llegar hasta él. No lo se, ni me de mucha pena el señor Sainz. Lo que si me entristece es el estado en el que queda el ciclismo en sí.

Yo he andado mucho en bici. Ahora no tanto, pero hace años disfrutaba como un enano cuando me subía a la “burra” y pedaleaba sin para por la carretera. En los noventa, en Julio, salía disparado después de ver las etapas del “Tour”, animado con las victorias de Delgado e Indurain. Luego llegaban las cuestas y el ánimo seguía, pero las piernas flaqueaban. La verdad es que ya entonces había muchos rumores de dopaje. El caso “Panasonic” de 1991 dio mucho que hablar, y todo el mundo pensaba en eso pero nadie lo decía. Luego la cosa creció, y llegó el Festina, Pantani y todo el reguero de polémicas, detenciones y vampiros varios. A mi todo eso me entristecía, pero no me quitaba las ganas de coger la bici (sí lo hacía el dolor de piernas con el que llegaba a casa, :-)) y me indignaba ver como otros deportistas de élite batían marcas y lograban premios sin control alguno. ¿Se imagina alguien una redad de vampiros por sustancias dopantes en un equipo de fútbol de primera división? ¿Los tenistas de Roland Garros que juegan cinco horas al sol todos los días sólo beben agua con azúcar? Habrá quien diga que lo que trato de hacer es esconder la suciedad del ciclismo manchando a otros, la vieja táctica del ventilador, muy común en la política española, pero no. Lo que intento decir es que el deporte se ah convertido en un sitio abonado para el dopaje, tal como está diseñado.

Si queremos batir records todos los años, subir los puertos cada vez más rápido, correr cada vez más y así saciar la demanda de notoriedad de las marcas publicitarias no queda más remedio que tomar sustancias ilegales, o cosas similares. Es la presión comercial la que va a destruir no sólo el ciclismo, sino todos los deportes profesionales. Esa necesidad de figurar, de llenar portadas, de crear ídolos a los que la gente pueda seguir.... por ese camino todo se convierte en válido para ganar, y entonces todos perdemos. Quizá es un síntoma de los tiempos que corren, donde todo tiende e a ser virtual, y acabaremos viendo correr hologramas en los estadios, que serán más rápidos en función de si Intel ha hecho un procesador mejor o no. Al menos las personas no sufrirán, pero recordarán, sin duda, los antiguos días de verano, bicis y puertos de montaña...

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