jueves, octubre 26, 2006

Mikel Donosti

Ayer se solucionó uno de los episodios más lamentables (y mira que hay donde escoger todos los días y en todas partes) que ha ofrecido la política española al darse a conocer quién será El Candidato. Así, en mayúsculas, porque el puesto de primero de lista del PSOE para al alcaldía de Madrid se había convertido en algo similar a la elección de la mejor película de la historia, o la mejor canción de la historia, o similar. Todo el mundo tiene su favorita, desprecia de manera absoluta al resto y dice públicamente que todas son muy buenas para quedar bien. El elegido por el dedo de Dios, encarnado en Zapatero, ha sido Miguel Sebastián, el aún todavía Director de la Oficina Económica del Presidente del Gobierno, gran amigo suyo y se supone que profesor de economía en las tardes libres de ambos.

Todo el proceso de elección de candidatos a la alcaldía ha sido, por parte del PSOE, un manual de malas prácticas. Ya después del verano empezaron los rumores, a caerse nombres sonados y otros más desconocidos. De repente, ZP saca a Trinidad Jiménez, anterior candidata, del Ayuntamiento, le pone en el Ministerio de Asuntos Exteriores.... y deja la plaza vacía. Esto ya supuso una gran sorpresa, y en un interregno todo el mundo se postula, o nadie, como en este caso, cuando se huele a derrota ante Gallardón.
Sigue el baile de nombres en la prensa y mentideros varios hasta que estalla el asunto Bono. En tres días de infarto, sorpresa y traición, Bono se descarta dejando al partido sumido en un ridículo absoluto. Tras unos días de tranquilidad vuelve la marejada, y empieza a sonar el nombre de la Vicepresidenta, Mª Teresa Fernández de la Vega, la que realmente gobierna este país. Temores, más rumores y empiezan a oírse voces para que no sea la candidata, para que no acepte como mujer lo que todos los hombres hasta ahora habían rechazado, y se organiza una campaña con SMS para que no lo sea. Inaudito, el ridículo en sus más altas cotas. Ayer, quizás para atajar todo ese desastre, o para ocultar la desastrosa sesión del Parlamento Europeo sobre ETA, o para tapar el alarmante robo de pistolas por parte de nuestros encapuchados locales, salta la noticia, y es Sebastián el designado, el elegido, el nombrado, a quién el dedo ha acabado por asignar.

Muy amigo de Zapatero debe ser para aceptar lo que nadie quiere, para coger un puesto que, salvo sorpresa, le va a llevar desde Moncloa hasta jefe de a la oposición de un Ayuntamiento. Si yo fuese militante del PSOE no le votaba, porque no quería estar ahí y por representar a un partido que ha fracasado ante los madrileños, que se ha mostrado incapaz de dar una imagen de seriedad y profesionalidad mínima. Pero el principal problema es que, para los votantes del PSOE, PP, IU y demás, Sebastián es un perfecto desconocido, sólo afamado entres los que conocemos el mundo económico, una no inmensa minoría, seamos sinceros. A ver que campaña hace, y lo que moviliza, empezando por el acto que hoy tiene en el Ministerio de Economía y Hacienda, en Cuzco, en el que no podré estar, pero seguro que moverá periodistas. Vaya culebrón.

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