miércoles, febrero 07, 2007

Celos celestiales

Al final parece que en todas partes suceden historias similares, y no sólo en los pueblos de la América o España profunda. Lisa Nowak, astronauta de la NASA, ha sido detenida acusada de intentar asesinar a otra miembro del programa espacial norteamericano, porque la consideraba una rival amorosa en su enamoramiento de otro astronauta. Al parecer Nowak, profundamente enamorada de William Oefelein, sospechaba que el tal Guille salía con Collen Shipman, ingeniera de tierra, y creyó conveniente eliminar a Shipman para que su objeto de amor estuviese libre de interferencias. Todo un escándalo amoroso en los cielos, con un aire de lo más mundano y terrenal.

No se cuales serán los códigos de comportamiento que la
NASA impondrá a sus astronautas en las misiones espaciales, ni siquiera si existirán como tales. Muchas veces se han oído rumores de ligues y flirteos en el espacio, aunque no creo yo que se hayan mantenido relaciones sexuales en la ingravidez, aunque en ese caso ambos se sintieran como en el mismísimo cielo. Lo cierto es que el entrenamiento de los astronautas conlleva una enorme disciplina y fuerza de voluntad, así como capacidad de sacrificio y renuncia a muchas cosas que para el resto de personas son normales. Años de entrenamiento, estudio, reclusión y dedicación a una misión que no pueden ser alterados por pasiones y desenfrenos, o al menos es lo que intentan los responsables de los centros espaciales. El trabajo de los psicólogos debe ser intenso, para percibir tensiones y permitir que se liberen de manera controlada. Por ahora las estancias en el espacio, si exceptuamos el caso de la Estación Espacial Internacional, no son muy largas, de entorno a las dos semanas. Pero no sería este el caso de un viaje tripulado a Marte, una misión que pudiera prolongarse durante un periodo de entre dos años y medio y tres. En ese caso, la tripulación permanecería completamente aislada durante ese tiempo, sin contacto posible con otras personas, y con un retardo en las comunicaciones cada vez mayor, que se situaría en un extremo en torno al cuarto de hora. En esa situación los riesgos derivados de disputas o conflictos entre los viajeros serían enormes. No se como se podría gestionar una situación de celos o de ira a varios millones de kilómetros de aquí, y supongo que los expertos en la materia se lo habrán planteado, pero a mi desde luego se me escapa. Y todo ello encima en habitáculos pequeños, ligeramente claustrofóbicos, y con la sensación de que la historia y los ojos de medio mundo están encima tuyo.

Bueno, lo cierto es que la tal Nowak se ha metido en un lío, y a ha mostrado la parte humana, a veces demasiado humana, de los genios que se dedican a la investigación espacial. Su carrera espacial parece haberse acabado definitivamente, y en el caso de que vaya a la cárcel habrá que vigilarla bien, porque seguro que descubre alguna forma de evadirse de la prisión aún no experimentada por recluso alguno. Cogerá dos sábanas, un chicle y un poco de arena y creará un explosivo plástico de gran potencia, o algo así. En todo caso, una historia apasionante. A ver si a esta le llega a entrevistar
The Times en una celda americana y por fin oímos a un preso decir cosas interesantes, frente a las zafiedades locales.

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