viernes, febrero 02, 2007

El apagón

Ayer se convocó un apagón colectivo de 19:55 a 20:00 para luchar contra el llamado cambio climático y la emisión de gases de efecto invernadero. A esas horas estaba yo en la Plaza de Colón, y la verdad es que no tuvo mucho éxito. Si apago sus focos la Biblioteca Nacional, pero el resto de edificios de oficinas de los alrededores no experimentaron grandes cambios. Muchos particulares debieron seguirlo, porque el consumo bajo un 2,5% respecto al previsto, pero al noticia se ha quedado en la imagen de monumentos importantes a oscuras, y creo que nadie ha reflexionado en profundidad al respecto.

Salía hoy un señor de Greenpeace en la tele diciendo que esto era un aldabonazo de los ciudadanos a los gobiernos para que se tomaran en serio el probblma medioambiental y redujeran sus emisiones. Bien, perfecto, pero creo yo que los ciudadanos concienciados son (mejor dicho somos) bastante hipócritas. Porque no es el gobierno, sino los ciudadanos, los que cogen el coche para ir a por el periódico el fin de semana, los que llenan los centros comerciales de las afueras, a los que van en coches, los que saturan las autopistas cada minipuente, disfrutándolas en el atasco, etc. Lo que quiero decir es que el resultado de la suma de las conductas individuales de los individuos es una situación que repele a los individuos, que son los causantes de la misma. Los gobiernos pueden y deben contribuir a reducir las emisiones de CO2, de acuerdo, pero como pasa en el asunto de los pisos, el culpable principal de que se emita y se despilfarre somos los que conformamos la sociedad actual, y no estamos dispuestos a dejar de hacerlo. Recuerdo la polémica que se organizó hace ya algunos años con las antenas de los móviles. Nadie las quería cerca de casa, todo el mundo las rechazaba, pero, eso sí, era una vergüenza que la cobertura se fuese. Era indignante no poder usar el móvil donde a una le diera la gana. Todo el mundo quería cobertura y nadie quería antenas. Pues no puede ser. Si quieres lo uno necesitas lo otro, y salvo que renuncies al teléfono no dejarás de ver antenas. El asunto de la contaminación es más complicado, pero en esencia el problemas es similar.

¿Cuántas comunidades de vecinos han instalado placas solares en el tejado y eliminado sus calefacciones de gasoleo? ¿o incluso de carbón? ¿Cuántas se han decidido a pasear o usar la bici, al menos los fines de semana, para sus desplazamientos, dejando el coche o la moto? ¿Cuánto contamina un todoterreno gigantesco, que se usa para estar atascado en el la mitad del tiempo? Hay que investigar mucho en energías renovables y liberarnos de la antigualla ineficiente que supone quemar petróleo, pero la próxima vez que alguien hable de conciencia ecológica, miremos la maraña de cables y enchufes de nuestro salón, con todos los artilugios posibles.

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