Ayer fue un día muy rico en noticias y momentos para poder ser comentados, pero si hoy, 21 de febrero es importante, lo es porque se acaba el plazo que dio la ONU al gobierno de Irán para que suspenda el programa de enriquecimiento de uranio que está desarrollando. De no retractarse las autoridades iraníes, se enfrentan a posibles sanciones y quién sabe si a algo más. Todo depende de la voluntad y decisión de un hombre enjuto, gris, de barba picuda y gesto desafiante, llamado Mahmud Ahmadineyad, que en el país de los clérigos representa a los civiles no menos intransigentes.
¿Está Irán enriqueciendo uranio para fabricar un arma atómica? La respuesta depende del interlocutor. Para Ahmadineyad el único fin del programa es civil, y busca obtener energía mediante la tecnología nuclear. El resto del mundo sospecha que las intenciones son otras, y que en una zona confusa, recalentada al extremo tras lo de Irak lo único que falta es que Irán tenga armamento atómico, conocidos como son sus amores por la paz, Israel y demás. La pregunta más urgente sería, por tanto, saber si, en caso de que se confirmen esas intenciones hostiles por parte de Irán, que actitud va a tomar la comunidad internacional, y especialmente Estados Unidos. ¿Se acerca otra guerra en la zona?. Las opiniones británicas, habitualmente sesudas y bien informadas no se ponen de acuerdo. Hace dos semanas, en su columna dominical, Timothy Garton Ash, partiendo de la base de que no se debe atacar a Irán aún en el caso de que se confirme la existencia de una hipotética bomba, llegaba a la triste y cruda conclusión de que el escenario sólo puede empeorar, y que la inseguridad en la zona aumentará pase lo que pase. Ayer la BBC se descolgaba con un supuesto plan secreto de Estados Unidos para bombardear de manera quirúrgica las plantas de tratamiento y, en general, lo relacionado con el programa nuclear persa. Hoy en su web se recoge un análisis más moderado, pero que insiste en la situación de bloqueo de las negociaciones, y pinta un panorama poco alentador. En todo caso parece claro que Ahmadineyad juega desde una posición de fuerza relativa, quién sabe si haciendo órdagos en base al miedo que infunde la amenaza nuclear, que posee la capacidad de alterar voluntades y políticas con su sola mención, sin necesidad de haber obtenido resultados prácticos.
No me voy a arriesgar a hacer pronósticos, porque es un asunto difícil y no lo conozco en profundidad, pero intentaré predecir algo. No creo que sea por falta de ganas en Washington, pero intuyo que a menos de dos años de las presidenciales, y con el pantano de Irak encharcado del todo sería irresponsable lanzarse a una guerra a dos frentes. ¿Y un ataque disuasorio americano o israelí? Pudiera ser, pero Irán ha aprendido algo de la experiencia irakí de Osirak, y será más difícil lograr el objetivo. Usemos el ejemplo coreano, presionemos todos juntos, firmes, convencidos de argumentos serios, con buena información y amagando, y a ver si el raro de “Ahma” entra en razón. En todo caso tenemos un asunto complicado ahí delante que no se va a resolver en dos días, no.
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