Una de las cosas que enseñó el apagón de Barcelona de este verano es lo inútiles que nos volvemos cuando se va la luz. Todo, desde nuestro trabajo, pasando por el ocio y el relax, hasta la comida y la supervivencia está enganchado a máquinas y aparatos que funcionan gracias a al electricidad. Si esta falla, todo se derrumba. No podemos trabajar, la comida se pudre en las neveras y ni siquiera podemos disfrutar de un buen disco o película que nos proporcione algo de relax. Todo se apaga.
Algo así nos sucedió ayer en el trabajo. A eso de las 10:20 de la mañana se fue al luz del complejo del Ministerio. No un apagón sólo de los ordenadores, o de los fluorescentes, no. Se fue todo: Máquinas de agua, equipos, luces, baños, ascensores.... esto último es importante si uno trabaja en una planta 19, que equivale a una veintiuno real. Nunca había vivido aquí una cosa similar, y la sensación de tonto que te cae encima no te la quita nadie. Tonto porque no puedes hacer nada, ni lo que tenías previsto ni cosa alguna, y encima al idea de bajar a al calle era desalentadora, porque ya he experimentado algunas veces lo que es bajar y subir andando desde aquí, y créanme que tiene su miga, sobre todo subir, claro. La cuestión es que, tras un debate, donde siempre se cuentan anécdotas similares, u otras más truculentas relacionadas con los apagones y los desastres vividos en este edificio, decidimos bajar a la calle a tomar algo, dado lo inútil que era estar aquí, entre las sombras, como fantasmas. Fuimos a una terraza cercana y, como era de esperar, todos los negocios de los alrededores disfrutaban del evento, porque sólo en el complejo del ministerio se fue la luz, y no en las manzanas aledañas. Una compañera mía dijo que a lo mejor se debía a que el ministerio era un moroso y no pagaba la luz, cosa que me extrañó al principio, pero que luego, pensando un poco en serio como funciona esto de mal, no me pareció una idea tan descabellada. Tras un rato en al terraza, sabiendo que la luz no había vuelto, opté por volver, animarme a subir todas las plantas y al menos hacer algunas cosas de bricolaje que no exigían luz. La condenada hizo amagos de volver, pero se iba al poco, y a eso de las 13:25 volvió del todo, y pudimos arrancar los ordenadores, y los benditos ascensores empezaron a subir y bajar.
Pero no todo es completo, no. La red, la maldita y condenada red no volvió, y aún hoy a las 8:15, que es cuando estoy escribiendo, aún no está conmigo, por lo que no se cuando publicaré hoy esto. (espero que no sea mañana). En fin, de coña. ¿Explicaciones de por qué pasó esto? Ninguna, ¿Responsables? Ninguno, ¿Excusas y disculpas pedidas? Ni la más mínima. Vamos, como en aterriza como puedas, cuando, debatiendo en la torre de control que hacer con el avión, va un capullo, suelta un enchufe, y al ver como todas las luces de al pista se apagan dice todo sonriente ¿A que jode? Pues eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario