lunes, agosto 13, 2007

El terremoto

Ayer hubo un terremoto en España. No, no se trató de la dimisión de un portavoz del PP o del PSOE, ni de la renuncia de una ministra, ni de un nuevo acuerdo en un proceso destinado a no se sabe qué, ni si quiera de la cancelación de un programa de la tele destinado al cotilleo rosa . No, y bien pudieran haber sido esas cosas (sobre todo la última) pero esta vez se trataba de un terremoto de verdad. Un seísmo geológico con epicentro en Pedro Muñoz, Ciudad Real, que se notó en gran parte de España, con especial incidencia en la zona centro, y desde luego en el madrileño barrio de Moratalaz.

Porque esta vez me ha tocado vivirlo a mi. Produce una cierta ilusión ver por la tele las imágenes de personas que han sufrido el movimiento cuando uno mismo también se siente partícipe de eso. Es como la lotería de Navidad, pero justo al revés. La cuestión es que el Domingo me levanté a eso de las 9:00, desayuné y fui a por el periódico. Eras las 10 menos 10, y estaba entregado a uno de los placeres más deliciosos que conozco, que es una mañana de fin de semana leyendo la prensa en el sofá, con buena música, cuando de repente noté un bandazo lateral en todo lo que me rodeaba. Tras el viaje de vuelta, un nuevo empujón, aún más fuerte, y la sensación de extrañeza pegada en el cuerpo. Apague la música y vi como la torre con los CDs oscilaba con fuerza, junto con las copas y otros vasos que están en el mueble del salón, y que nunca me decido a echar a la basura pese a que debiera hacerlo. Corrí al cuarto de los libros y las estanterías aún se bamboleaban suavemente, junto con las lámparas, que pendulaban con más ligereza y estilo. Me quedé un rato parado pensando que a lo mejor había vivido un terremoto, porque la otra posibilidad, que es que la casa se venga abajo, me parecía demasiado peligrosa. Tras ver que todo estaba en su sitio, volví al sofá, pero esta vez puse la radio para ver si en las noticias comentaban algo de un terremoto o era todo una mera ilusión mía. Al poco los programas matutinos empezaban a recibir llamadas de oyentes que habían notado movimientos en sus edificios. El hecho de que se notase en Madrid, aunque hay mucha gente de vacaciones, contribuyó a colapsar centralitas y servicios de emergencias. Afortunadamente no ha habido ningún tipo de consecuencia personal ni material, y todo se quedó en una anécdota de agosto, eso sí, no muy habitual.

No es la primera vez que vivo un movimiento así. Creo que a finales de los noventa me tocó uno en Elorrio, que yo noté un Sábado a las 7 de la mañana, despierto en mi cama, pero nadie más en casa lo percibió, y menos mal que luego lo dijeron en la tele, porque sino no me cree nadie. Pero eso sí, de intensidad mucho menor. Ayer el edificio se movió con ganas, se sacudió bastante, y la verdad es que te queda un regusto muy raro al notar que lo que supones sólido se balancea como un coche ante un socavón. Ya tenemos una historia para recordar en este verano de 2007.

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