viernes, febrero 06, 2009

La visita de un purpurado

Esta semana ha estado de visita en España Tarsicio Bertoni, el Secretario de Estado del Vaticano, algo así como el Ministro de Exteriores del Papa, y resulta curioso ver que el cargo tiene la misma denominación que en los Estado Unidos, será por eso del poder y al presencia internacional.... Bertoni fue agasajado por Zapatero y De la Vega en un intento estudiado de ablandar a la curia vaticana ante las políticas del gobierno de ZP en temas como el aborto o Educación para la Ciudadanía, aunque visto el resultado de poco le ha servido ser tan buenos anfitriones.

Bertoni atacaba ayer con fuerza contra esas políticas, en un discurso continuista respecto a lo dicho por el episcopado español en los últimos tiempos, y es que de una institución como la iglesia que se basa en dogmas de fe pocos movimientos puede esperar un gobierno. Sin embargo en otros aspectos sí se ven polémicas serias, que esta semana han arreciado a raíz del perdón, por llamarlo de alguna manera, que ha realizado el Papa Benedicto XVI sobre el Obispo británico Richard Williamson, muy tradicionalista, y criticado por defender en público la negación del holocausto judío. Pues bien, nada mas ser rehabilitado Williamson va y se mantiene en sus trece, afirma que las cámaras de gas no se usaron en ningún caso para matar gente y que, como mucho, fueron 300.000 los judíos que murieron en los campos de concentración. Unas declaraciones aberrantes, indignas, y menos aún en boca de un cargo de la iglesia, sea cual sea la confesión de que se trate. Como era de esperar ha sido en Alemania donde estas declaraciones han sentado peor, con el agravante de que ha sido un Papa alemán el que, en cierto modo, ha permitido que se puedan expresar como voz de la iglesia, o al menos de uno de sus cargos. En este asunto la cancillera alemana Ángela Merkel ha sido muy clara y rotunda, y ha protestado ante la Santa Sede por la rehabilitación de este sujeto. En un caso de este estilo, al igual que los de corrupción en el seno de un partido, o el del espionaje de la Comunidad de Madrid, siempre queda la duda de hasta donde llega la contaminación, y hasta que punto el máximo dirigente del partido, la organización o, en este caso, la iglesia, sabía lo que se estaba haciendo. ¿Era Benedicto XVI consciente de que se iba a rehabilitar a este individuo? Quizás lo hiciera amprándose en al promesa de que iba a permanecer en silencio sin montar escándalo alguno. Sea como fuere, el Vaticano debe pensarse dos veces que es lo que ha hecho, y mi consejo es que deshaga el amino andado, vuelva a condenar públicamente las palabras del obispo Williamson y le degrade nuevamente, apartándolo de sus cargos y representaciones públicas. Existe el riesgo, muy elevado, de que en aras de la confraternización y el restañar heridas, la iglesia no haga nada, opte por un silencio bastante cómplice y espere a que la manera se pase, actuando en este caso como un partido político. Un ejemplo de esto es la actitud tradicional de la iglesia vasca ante ETA, su “comprensión” y el absurdo y cobarde silencio que la Conferencia Episcopal Española ha mantenido sobre este asunto durante décadas, postura que, al menos yo, no sólo no comparto, sino que no perdono.

Todo el mundo sabía que Benedicto XVI no iba a ser un Papa como Juan Pablo II, al carecer de un carisma y un sentido de la oportunidad y del liderazgo descomunal, como era el caso del polaco, pero me da la impresión de que Ratzinger, enorme teólogo e intelectual, se está viendo desbordado en la gestión mundana de la iglesia, del mismo estado vaticano, y corre el serio riesgo de acabar enfangado en polémicas como esta u otras que surjan en el futuro. Si quiere que su mandato no sea recordado por un viraje hacia la sombra, Ratzinger debe empezar a poner orden en casa, y “cargarse” a Williamson sería un bien mensaje en este sentido.

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