Ver ayer los telediarios era un espectáculo acongojante. A las habituales malas noticias relacionadas con la crisis, la corrupción política, las cacerías y las campañas electorales había que sumar el horror de una nueva patera que se hundió frente a la costa de Lanzarote. Más de veinte muertos, que se dice rápido, muchos de ellos menores de edad, recogidos del agua por lanchas y surfistas como si fueran bonitos pescados a mano, muertos que nadie reclamará nunca y que, como el resto de su vida, tendrán un final igual de duro, vacío y desamparado. Y parece que a nadie le importa, ni parece querer detectar esas barcas a distancia.
Pero la noticia que ayer copaba los titulares era la búsqueda del cadáver de la joven sevillana Marta del Castillo, y el rosario de detenciones que, comenzando por su exnovio, ya han llevado a cuatro jóvenes, uno de ellos menor de edad, a comparecer ante los juzgados, en una trama de asesinato y colaboración bastante repugnante. Vaya por delante que a mi estas noticias no me gustan, ni creo que deban ser portadas en los telediarios, ni comprendo porqué los medios se centran tanto en ellas (sí, dan audiencia y dinero, pero....). Me pasa un poco como cada vez que sale la noticia de que una mujer ha sido asesinada por su marido. Me entra rabia y tristeza, como es lógico, pero me puede el sentimiento de incomprensión. No lo entiendo. Será que soy muy corto, pero no logro entender como alguien que ama a otra persona es capaz de matarla. Discusiones, gritos... todos nos enfadamos con nuestros seres queridos, sean familiares (a veces incluso se puede querer a la familia, sí :-) ) vecinos o amigos. Yo he estado enamorado algunas varias veces en mi vida de chicas maravillosas, y pese a que lamentablemente nunca he conseguido nada recíproco al respecto, jamás se me ha pasado por la cabeza el causarles mal alguno. Es más, cuanto más las he querido más me ha preocupado su bienestar y felicidad, y no logro comprender como el novio de una chica, como ha sido el caso de esta Marta, haya sido capaz de asesinarla, llamar a unos amigos y a su hermano y organizar un pelotón con el objeto de tirar el cadáver al Guadalquivir en plena noche, como si se tratase de una mala película de mafiosos. Y todo ello a unas edades en las lo normal sería que estos chicos estuviesen pensando en divertirse, quizás de una manera hormonada, pero en cierto modo jugar a algo. Pues mira, no. Estaban asesinando a una chica. Cuanto más pienso en ello menos lo entiendo, y ahora saldrán voces que lo encuentren lógico, que vena entornos desestructurados, caldo fácil de la violencia, o comportamientos absurdos a través de la red Tuenti, donde todos los implicados se encontraban juntos en la red y se mandaban mensajes, fotos y dedicatorias subidas de tono, o vaya usted a saber. Al final, hubo un momento en el que Miguel, el novio, estuvo frente a frente con Marta y al mató. Allí no había Internet, ni entorno ni nada. Sólo una persona frente a otra y una idea de asesinato, y me parece algo tan cruel como imposible de entender. Será que soy corto.
Y ante todo esto están los que se quedan, especialmente los padres de Marta, que ven alucinados como al rededor de su hija se organizó una especie de complot entre un montón de chicos conocidos para ellos con el objeto de deshacerse de su cadáver. ¿Qué tienen que estar pensado en estos momentos esos padres? ¿Qué enormes preguntas deben hacerse? Soy incapaz de imaginármelas, y lo que es peor, si me las hiciesen dudo que pudiera responderles con algo distinto a un gesto de comprensión y a una mirada perdida, que en sí misma sólo se pregunta....... ¿Por qué?
No hay comentarios:
Publicar un comentario