Un hombre desbordado

A resultas de la, a mi modo de ver, absurda discusión que se está creando sobre el papel de los bancos en la crisis, de si deben dar crédito o no, y si es obsceno que en esta coyuntura ganen tanto dinero, cuando hace pocos años todos se sumaban al carro de sus ganancias, es paradójico que no sea Solbes, el Ministro de Economía, el que esté haciendo declaraciones, ya que parece de facto un Ministro dimitido, ausente y apartado de la escena. Quién ha salido a terciar públicamente sobre la polémicca bancaria ha sido el Ministro Miguel Sebastián, responsable de Industria, Turismo y Comercio, y sus palabras no han sembrado la paz ni en la opinión pública ni, sorpresa, en el gobierno.

Sinceramente, creo que Sebastián es un bluff. Una bonita fachada de conocimiento y porte tecnocrático bajo la que se esconde una manifiesta incapacidad para gestionar la cosa pública. No voy a poner aquí en duda sus conocimientos económicos, dado que su currículum es realmente poderoso. En ese aspecto, y seguramente en muchos otros, no estoy en condiciones de darle muchos consejos porque mi sabiduría al respecto es muy escasa. Un compañero de trabajo mío le tuvo de profesor en la Complutense, cuando estudió Económicas, y afirma que era uno de los mejores profesores que ha tenido en la carrera, por lo que elogiémosle en lo que se merece, pero su trayectoria política está llena de sombras que no han permitido saber qué se esconde realmente bajo su figura. Amigo personal de ZP, tras la victoria del PSOE en 2004 y se hace cargo de la Oficina Económica de moncloa, una especie de Ministerio de Economía en la sombra, ejerció mucho poder en la primera legislatura, y de cuyo papel, el de la oficina, hoy no se nada, ni creo que haya alguien que me pueda contestar si existe y que hace. Desde allí Sebastián se vio inmerso en muchas polémicas, tales como el asalto del SACYR al BBVA (qué tiempo..) los enfrentamientos con Manuel Conthe en la CNMV y otros varios, en los que los rumores siempre le situaban como una especie de manejador, o conseguidor del gobierno en las empresas. Sale de la oficina monclovita y su destino es ser el candidato de emergencia para la alcaldía de Madrid en las elecciones municipales de 2007, en las que su derrota es total, y deja para el recuerdo aquel debate electoral con al foto de una señora, acusando a Gallardón al mejor estilo de María Patiño. Tras la segunda Vitoria de ZP se hace cargo del Ministerio de Industria, un cascarón parcialmente vacío de competencias, perdiendo la política de I+D, que se fue al Ministerio de Innovación, pero reteniendo la competencia sobre la energía, tema estratégico, y que cada vez lo será más. Desde entonces se ha hecho famoso por propuestas algo absurdas, como la historia de si llevamos corbata o no, o las célebres bombillas de bajo consumo que prometió repartir y nadie ha visto, o el plan de ayudas a la compra de coches, bautizado como VIVE, pero que, como los embarazos que desea regular el Ministerio de Igualdad, nació prácticamente muerto.

Ayer, sin embargo, Sebastián empezó a pisar terreno resbaladizo, porque fue corregido por Pepe Blanco, el segundo de abordo en el PSOE tras el infalible dedo de ZP. Dicen algunos rumores que su estrella se apaga, ante una gestión errática y voluntariosa, pero llena de innecesario y sonados errores. Creo que lo mejor que podría hacer es volverse a la Universidad, donde puede explotar el potencial que posee para la docencia y la investigación, y dejar que otra persona lo intente. El ya se ha presentado a los exámenes y, tras el suspenso frente a Gallardón, no le va nada bien en la “Academia de Industria”. Está amortizado.