jueves, febrero 19, 2009

Todos en el banquillo

Ayer tuvo lugar la primera huelga de jueces que se celebra en España. Los juzgados estaban llenos de personas esperando su turno, que no llegaba, secretarios y funcionaros deambulando por los pasillos in hacer nada, montañas de papel por todas partes y decenas de procedimientos atascados sin futuro conocido. Dirán los mal pensados que si uno se pasaba por el juzgado no se notaba que había huelga, porque ese es el aspecto que ofrecen esas instituciones todos los días del año desde no se sabe cuanto, y seguramente tengan razón.

En medio de este jaleo se encuentra el Ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, un hombre que si cobrase derechos de autor por las portadas que está copando desde hace algunos días podía presentar su candidatura a presidente de la SGAE. A mi modo de ver Bermejo es un macarra que ocupa una poltrona desde la que se lo pasa en grande abusando de sus privilegios. En estos tiempos de crisis resulta indignante que un ministro, cuyo sueldo lo pagamos todos, diga que se va un fin de semana de montería por 1.000 euros (dicen los que saben de eso que el precio no baja de 3.000) y lo vea como lo más normal del mundo, o que se coja una finca de Patrimonio Nacional, en la que no se pueden pegar tiros, y se dedique a abatir todo lo que por allí se mueva, sean faisanes, corzos, alimañas o periodistas. La foto en al que aparece con Garzón rodeado de ciervos muertos es bastante repugnante, y curiosamente no he visto salir a ninguna asociación ecologista, que pone el grito en el cielo cuando una autopistas amenaza el ecosistema de una pareja de mariposas, denunciando el destrozo natural causado por Bermejo. Pero lo peor de esa foto no son los animales, sino la pureza de las instituciones, que yacen igualmente muertas bajo el cuerpo de los pobres bichos. Definitivamente España no es un país serio, y si uno ve hoy la película de “La Escopeta Nacional” de Berlanga se da cuenta de que, pasados los años, seguimos siendo un país de temerosos vasallos dominados por señoritos incultos, de baja estopa y enrome chulería. Hace mucho que Franco se murió, pero su herencia en la forma de gestionar la cosa pública sigue estando muy presente en los comportamientos de nuestros políticos, que tienen mucho de clase y casta, pero nada de profesionalidad ni rigor, y si antes a las cacerías iban innobles nobles, ahora van ministros socialistas, jueces que se dicen progresistas y jefes de la policía a sueldo de los primeros. Bermejo debiera dimitir sólo por vergüenza, por eso de que la mujer del César debe ser casta y además parecerlo, pero tranquilos, que no lo hará, ni será cesado por su superior, otro hombre encantado de haberse conocido así mismo, que imitando a Bermejo se mira en el espejo ufano y orgulloso ante su porte. En el caso del Ministro al reflejo se le suma el brillo de las escopetas, las postas, los cuernos de un alce y la cabeza de algún adversario político, quizás su sueño aún no alcanzado.

Quizás la oportunidad de llevar a Bermejo a juicio por delito ecológico nos diera la oportunidad de ver en una misma prisión a este ministro incompetente y a toda esa tropa de golfos del PP, apodados el bigotes y cosas así, que parecen haber robado ni se sabe cuanto. Es curioso, seas de un partido o de otro, todo el mundo se lleva el dinero a manos llenas y con el rostro igualmente duro. En ninguna parte dimite nadie ni se producen ceses. ¿Qué la gente se va al paro? A estos les da igual, porque uno se va de caza todo el finde, pase lo que pase y los otros se van de crucero con el nuevo yate que se han comprado. Valiente panda de sinvergüenzas que están hechos todos...

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