Ayer fue un día de avalancha de noticias y números, centrados en esa cifra maldita de 82.130 personas que se fueron al paro en febrero según el INEM, un valor enorme y que es aún mayor dado que se suma a los cuatro millones largos de parados. Ayer este país, con su gobierno al frente, volvió a sufrir 82.130 derrotas, 82.130 fracasos, 82.130 dramas. Al lado de eso otras cifras y comentarios parecen trivialidades de salón, pero no puedo evitar fijarme en ellos. Para verlos tendremos que ir a América Latina, torturada nuevamente por un terremoto.
El de Chile es el segundo gran desastre en lo que llevamos de año. Ha querido la fortuna que el epicentro del sismo se ha situado en el mar, y no justo debajo de alguna población habitada. También cuenta el hecho de que Chile es un país con un nivel de desarrollo ya muy significativo, en el que existen construcciones preparadas para soportar estos fenómenos, el gobierno es de verdad y la sociedad en su conjunto existe. Gracias a ello las cifras de víctimas no se parecen en nada al horroroso desastre de Haití, pero es evidente que más de setecientos muertos no deja de ser una inmensa catástrofe. Hemos visto escenas de pillaje y caos en ciudades maltrechas, como las vimos en Haití las veríamos en Cuenca si allí sucediera algo similar. Esto nos vuelve a recordar que incluso más frágil que nuestras casas es la estructura social con la que nos hemos dotado, y que damos por sentado que es fija, inamovible y segura, pero acontecimientos como estos nos revelan que no es así. Este es un tema apasionante y que en cierto modo me fascina, pero no quería hoy hablar de eso. Resulta que el terremoto de Chile, a parte de ser un fenómeno global en lo que hace a noticias y repercusión, ha tenido consecuencias globales sobre el planeta. Según estimaciones realizadas por la NASA, el seísmo, que supero los 8 grados de la escala Richter, ha desplazado 8 centímetros el eje de rotación de la tierra y ha acortado los días en algo más de una millonésima de segundo. Curioso, verdad? Si uno lo piensa tiene una cierta lógica, dado que las noticias afirman que enorme s masas de tierra se han elevado respecto a su posición original. Al hacerlo, ah aumentado, aunque sea algo irrelevantemente, su distancia respecto al núcleo de la Tierra, y esto provoca que la velocidad e giro de la misma disminuya. Esto es lo que suelen hacer los patinadores que hemos visto estos días en Vancouver. Si uno se pliega sobre sí mismo aumenta la velocidad de rotación, de mientras que si extiende los brazos disminuye, consiguiéndose así la conservación del momento angular. En un patinador los cambios de masa respecto a su centro de gravedad con estos movimientos son inmensos, y de ahí que se acelere o frene mucho su velocidad de giro. En un mastodonte de dimensiones tan inmensas como nuestro planeta el efecto es mucho menor, pero al parecer es posible medirlo. Algo similar ocurre, por cierto, con las mareas. Día a día las masas de agua se mueven por la atracción de la Luna y generan imperceptibles variaciones de la dimensión del planeta que, en su conjunto, tienden a frenarlo. Puede sonar algo extraño, pero existe, es de verdad, aunque nadie lo notemos.
¿Cómo se miden estas cosas? Asunto complicado. De momento estas cifras de alteraciones son resultado de estimar en un modelo matemático el comportamiento del planeta. Habrá que comprobarlas con algún tipo de medición, realizada sobre un tercer objeto, como por ejemplo..... La Luna. Sí, sí, cada cierto tiempo observatorios del mundo, dicho de manera burda, mandan emisiones de láser a la luna que son reflejadas por unos espejos allí situados y que sirven para medir la distancia relativa del astro y el comportamiento del sistema Tierra Luna. Estos espejos los pusieron allí los americanos en sus visitas de los setenta. Así que ya ven, con un desastre como el chileno redemostramos los viajes a la Luna. Curioso, verdad?
1 comentario:
¡Odio el momento angular! si ya sabía Yo ,cuando lo estudié, que no podía traer nada bueno...pero qué interesante todo lo referente a la tectónica, terremotos y su repercusión.
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