Esta semana empieza la fase final de lo que se ha dado en llamar el apagón analógico. De aquí al viernes 2 de Abril se irán eliminando repetidores que retransmiten la actual señal analógica de TV y serán sustituidos por repetidores digitales. Eso que se mal llama la “antigua” televisión pasará a la historia y empezará la “nueva”, la TDT. El principal efecto es que a partir de este fin de semana todos los equipos que no posean euroconector se convertirán instantáneamente en objetos de deshecho, decoración o simple apoyo, pero ya no captarán señal alguna. La jubilación forzosa, pero en versión máquina.
Sospecho que para conmemorarlo, o darle publicidad al evento, en los bajos del complejo en el que trabajo, que comparten el Ministerio de Economía y Hacienda con el de Industria, se está montando desde ayer una especie de puesto de feria, un stand con televisores muy viejos y pantallas de plasma, cable, focos, estrados y decorados alusivos a la TDT, y alguna que otra azafata que ya a estas horas pululaba perdida por allí. Sospecho que tendrá lugar un acto oficial en el que Miguel Sebastián, actual Ministro de Industria (de a saber qué en el futuro) y otros altos cargos darán algunos discursos sobre el momento histórico y procederán a pulsar algún botón que apague el pirulí de TorreEspaña, porque desde hoy esa torre de telecomunicaciones tan famosa, y de la que, por cierto, vivo relativamente cerca, deja de emitir en analógico y sólo lo hará en digital, haciendo así que en Madrid sólo se capte la TDT. Dejando a parte el espectáculo de las luces, y sin querer hacer muchas preguntas sobre cuánto cuesta el acto de hoy, podríamos pensar en que supone esto de la TDT. Lo principal es que se cogen más canales de manera gratuita, y dejando a un lado la calidad de los mismos, cuanto menos dispar, lo que está claro es que la audiencia televisiva poco a poco se va a fragmentar. Lograr cuota de un 18% - 20% en una programa va a dejar de ser posible, y quizás un porcentaje de un 10% sea sinónimo de éxito arrollador. A mi lo que más me ha aportado su existencia ha sido el acceso a los canales de noticias del 24horas y CNN+, y el poder ver a mi amiga ABG cuando hace sus crónicas de corresponsalía desde San Francisco para Intereconomía. No he sido un gran consumidor de televisión y la TDT no ha cambiado mis hábitos, aunque es cierto que ahora puedo ver más noticias y más repartidas a lo largo del tiempo que antes. Es probable que para las personas mayores suponga más cambios, porque menos acostumbradas a ello, la explosión de canales va a complicar mucho su existencia con el mando, y eso sin contar con que los decodificadores de TDT que se han vendido para permitir que los televisores antiguos funciones tienen un mando a distancia de dimensiones ridículas, en el que es muy difícil no pulsar dos o tres teclas simultáneamente. Cuando se implantó este formato, al que accedo desde hace año y medio, pensaba que los canales autonómicos iban a estar disponibles en cobertura nacional, pero al fina no ha sido así. De hecho tengo dos muestras de canales, una en Madrid y otra en Elorrio, y pese a que hay un grupo de canales que ambos comparten, varios de los madrileños no se sintonizan allí, autonómicas aparte, claro está. Creo que hubiera ido bueno que toda España pudiera ver los canales regionales, para saber lo que allí se dice, aprender y, en bastantes casos, avergonzarse de ver que nos gastamos el dinero público, pero no será así.
Otra de las novedades que ha traído la TDT es la extensión de una palabra curiosa entre el común de los mortales, el “pixelado”. Y es que la TDT, que se decía que se pillaba o no, también tiene interferencias, concretamente “pixela” en forma de imágenes que a veces se detienen o fragmentan en cuadraditos de colores informes. Y eso no sólo le pasa a DCM y MCD, el jocoso matrimonio amigo mío para los que el acceso a la tecnología es una lucha diaria contra el problema de la cobertura, sea el medio que sea. A muchos “antenizados” (otro palabro algo feo) aún les “pixela” la tele. A ver como funciona todo a partir de la semana que viene.
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