martes, junio 22, 2010

Comunicar la crisis (Para AAM y OOM)

La crisis, que todo lo llena, que todo lo colma, está poniendo de manifiesto los enormes problemas de comunicación que asolan a los políticos en varias naciones para hacer llegar sus mensajes a los ciudadanos. Es cierto que muchas veces no saben que decir, y otras ni ellos mismos se los creen, pero los formatos, la claridad de exposición y la solidez de los argumentos contribuyen a hace creíbles los discursos y digeribles los sacrificios que se piden. En España PP y PSOE andan sobrados de incompetencia comunicativa, pero como es el PSOE el que manda, su papelón es más grave.

Este es una reflexión general, pero viene al hilo de un debate que mantuve la semana pasada, y sigue, con dos de mis compañeros de trabajo, a quienes dedico la entrada de hoy, sobre la presencia que tuvo lugar hace ya algunas semanas del Ministro José Blanco en La Noria de Telecinco. Argumentaba yo, y no me cansaré de hacerlo, que ese programa es una muestra clara de basura televisiva, contenidos indecentes, personajes zafios y debates soeces y vulgares, y decía que me parecía vergonzosos que un Ministro acudiera a semejante formato para hablar sobre cosas tan graves como las que estamos viviendo y las medidas que hay que adoptar al respecto. La cosa ha ido a más, porque poco después La Ministra de Economía y Hacienda Elena Salgado acudió a explicar la reforma laboral al Programa de Ana Rosa, a mi entender otro ejemplo de zafiedad pública, y este mismo fin de semana José Bono, presidente del Congreso y envuelto en escándalos hípicos e inmobiliarios, ha prometido ir a confesarse en entrevista pública nuevamente a La Noria, por lo que la basura que presenta y dirige Jordi González va camino de convertirse en el programa de actualidad informativa de la semana, y puede que a este paso alguno de sus contertulios, encabezados por una señora cuyo nombre ni siquiera pienso escribir por la vergüenza que me supone su éxito, sean los que hagan preguntas de calado a ministros y demás cargos políticos. A ver cuanto tarda el PP en subirse a esta Noria de basura, me temo que muy poco dado su carácter. Argumentaban mis compañeros de trabajo que se usaban esos programas porque son loa más vistos y por parte de un segmento más general y, digamos, llano, de la población. Venían a decir que si la gente quería saber qué es lo que el gobierno iba a hacer no servían las entrevistas en prensa ni en los telediarios. Lo que se ve son esos programas y es allí donde debe comparecer el gobierno (o quien quiera lanzar su mensaje) para ser escuchado por una audiencia masiva y representativa del país. Reconozco que la idea lanzada por AAM y OOM sea, probablemente, cierta, y responda al porqué de acudir a esos programas, pero si esto es así, el resultado me parece descorazonador, que quieren que les diga. Es o no triste que lo más visto de la semana sea una discusión sobre si una se acostó con otra, o hizo “noseque” (como describa el “noseque” mi madre cuando lea esto dentro de unos días me echará la bronca) y que esos sujetos cobren mucho más que usted, querido lector, o yo, juntos, por no hacer nada. ¿Es ese el nivel de la plaza pública en el que nos movemos en España? Dar la razón a mis compañeros, que repito probablemente la tengan, equivale a tener que exiliarse, al menos mentalmente, de este país, a negarse a que esa sea la manera de lanzar mensajes, a que al sensación de que soy un bicho raro, catódicamente también, se aderece con grito se insultos sobre hijas, madres y coños varios.

Y pese a que no voy a tener éxito en mi cruzada, pienso seguir afirmando públicamente que esos programas, a los que no pienso dar enlaces web, son una mierda, y quienes participan en ellos también se ponen a ese nivel, sean Ministros, concejales o vigilantes jurados. Puedo ponerles aquí enlaces que muestran que otra televisión existe,
como la entrevista a Manuel Marín de hace una semana en el 24 horas o el último debate económico en 59 segundos, pero a buen seguro los verán pocos, colgados y equivocados como yo, que asisten horrorizados a la decadencia de la comunicación en España.

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