De mientras yo escribo estas líneas, usted duerme, o lee el artículo, o pasa calor camino al trabajo, o pasa calor haciendo cualquier otra cosa, en el fondo del Golfo de Méjico sigue habiendo un escape del que mana continuamente un petróleo oscuro y viscoso que aflora a la superficie y que ya dicen que es el mayor desastre medioambiental de la historia de los Estados Unidos, o que me hace pensar que poco hemos tardado en olvidar al Katrina y Nueva Orleans, sita por cierto en una de las zonas más afectadas por la marea negra. Así estamos desde mediados de Abril, hace ya más de un mes.
Y como sucedió en el caso del Prestige, que todos recordamos para nuestro pesar, este accidente petrolero demuestra que sabemos muy poco sobre como controlar este maldito y precioso fluido cuando se desmadra y escapa de nuestro control. Nos es imposible recoger vertidos en el mar, controlarlos, impedir que lleguen a las costas, y una vez allí lo único que se puede hacer es frotar piedras y recoger arena bituminosa y encerrarla antes de que sus vapores nos contaminen los pulmones. Eso por no hablar de lo que sucede bajo el agua, ante lo que nuestra impotencia es total. BP, la empresa propietaria de la plataforma que se incendió, va a realizar un nuevo intento, el cuarto, para tratar de sellar la fuga, que está a unos 1.500 metros de profundidad. Vistas en televisión las imágenes que muestran robots submarinos que operan a esas profundidades parece que estamos ante un documental de ciencia ficción, y es que creo que no exagero si afirmo que conocemos más de la superficie marciana de lo que sucede a esas profundidades, y la tecnología de trabajo submarina resulta tan compleja y problemática como la espacial. Piensen este verano, cuando estén en la playa contemplando el inmenso mar, que gran parte de lo que sucede bajo esa superficie nos es completamente desconocido, y está vedado en parte a nuestro acceso. Contadas ocasiones ha sido alcanzado el fondo del océano, la fosa de las marianas, desde luego menos que la luna, y los trabajos que realiza BP muestran que estamos ante un reto enorme. En la época del Prestige hubo un interesante debate en Internet sobre como taponar las fugas del petrolero para que no se escapase más crudo. Era urgente hacerlo, pero en el supuesto de que no se pudiera lograr al menso quedaba el consuelo de que la cantidad de petróleo contenida en el barco, muy grande, era finita. Aquí no, puede estar mucho tiempo saliendo, por lo menos hasta agosto, cuando se espera que una perforación que trata de atacar el pozo por un lateral baje la presión del mismo y logre que la fuga se pare por sí misma, pero no podemos estar hasta entonces viendo como la mierda aflora sin límites. Leía ayer en una web que no tiene sentido hacer un agujero si luego no sabes taparlo, y aunque la frase tiene su lógica encierra su lógica no es menos cierto de que esto muestra que hay situaciones que son fáciles de provocar y muy difíciles de atajar, en el mar y en otros contextos. Desde luego, y siendo un absoluto lego en al materia, parece que al tecnología de perforación está más desarrollada que la del control de las fugas. Los ingenieros de BP tiene ante sí un reto inmenso, que les va acostar horas de sueño y esfuerzos, y los directivos de la empresa se enfrentan a un problema legal y económico de los gordos, y no es para menos, ya que el gobierno norteamericano parece que no se va aquedar como mero espectador de este problema. A ver como evoluciona.
Mañana Jueves, el Corpus, es festivo en Madrid para compensar fiestas perdidas, y me cojo el viernes, por lo que no habrá entradas nuevas hasta el Lunes 7, salvo sorpresa. Como es requisito para los adictos de la actualidad en esta coyuntura en al que estamos, atentos a los viernes por la tarde y en general a los momentos en los que la bolsa española está cerrada, que es cuando pueden surgir noticias interesantes, recuerden que la intervención de CajaSur fue la madrugada del Viernes al Sábado. Disfruten del sol y del calor.
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