Ayer tuvo lugar la huelga de funcionarios que estaba convocada desde hace semanas, y su seguimiento fue ridículo. Yo, su leal escribiente, que les hablo todas las mañanas en la web, no hice huelga, ni mis compañero, ni casi nadie de los que trabajan en nuestra planta. Hubo algunas concentraciones de manifestante frente al complejo en el que trabajamos, pero en conjunto sospecho que los sindicatos deben tener una cierta sensación de gatillazo. Si pretendían paralizar la administración, los servicios públicos y con ellos el país, no lo lograron. Para colmo llovió en al manifestación de la tarde en Madrid
Con estos precedentes hoy tiene lugar la última reunión de los llamados agentes sociales en torno a la mesa de la reforma laboral. Quien haya leído algunas crónicas mías al respecto ya sabe que no les tengo demasiado cariño a estos sujetos, y hoy, como punto final de su travesía negociadora, voy a provechar para darle un último estacazo a sindicatos, patronal y gobierno. Estos tres elementos, representados por Candido Méndez e Ignacio Fernández Toxo por UGT y CCOO, Gerardo Díaz Ferrán y Jesús Bárcenas por la CEOE y CEPYME, y Jesús Corbacho por el Gobierno van a consumar un fracaso que no es sino el reflejo de sus fracasos personales y profesionales. Dos años, dos, llevan reunidos sin avanzar en una reforma que la demanda todo el mundo. Dos años de cafés y pastas gratis mientras que en España todos los días muchas personas son despedidas y a estos personajes no parecen importarles. Y esa es la cruda verdad. Dos años de imposturas y teatros en los que los tres han conseguido no llegar a acuerdos porque ni les interesa ni conviene. A los sindicatos, subvencionados por el gobierno al que se han vendido, los parados les dan igual, porque nunca se afiliarán y no son fuente de ingresos. Su objetivo en esta negociación ha sido seguir cobrando del estado y llevarse bien con el gobierno. A la patronal española no le importan los parados lo más mínimo, ni siquiera al quiebra de las empresas. El único objetivo de Díaz Ferrán en estos años ha sido que el gobierno le salve sus quebradas empresas y de paso consolidar las subvenciones y prebendas que reciben varios sectores empresariales. Por su parte al gobierno se la traen floja los parados. Su objetivo estos años ha sido alargar las negociaciones para dar la impresión de que se hacía algo, sacar fotos, y lubricar a los interlocutores en espera de que escampase la tormenta y poder llevarse los méritos de la recuperación. Al final el tiempo ha puesto a todos en su sitio, y la foto de la reunión de hoy, que se saldará sin acuerdo alguno, debiera estar seguida de imágenes en las que estos señores comenzaran su camino hacia la cárcel, o al destierro, o a cualquier otro castigo que ustedes imaginen por la dejación de responsabilidades, el derroche de tiempo y medios y el despilfarro de ilusiones que ha supuesto su negociación. Lo malo es que estos sujetos son representantes genuinos de una sociedad civil aborregada y adicta a la subvención, la nuestra, acobardada y aparentemente sometida a un control férreo por parte del gobierno y el dinero que regala vía BOE, lo que es deprimente. Menos mal que Bruselas nos ha empezado a controlar, intervenir la política y toma las decisiones por nosotros. Ortega y Gasset decía en los años treinta que España era el problema y Europa era la solución…. qué razón llevaba, qué capacidad de anticipación al futuro
Se preguntará alguno que, tras este bluff, cuál es la reforma laboral que debe aprobar el gobierno, reforma que, recordemos, es condición necesaria pero NO suficiente para crear empleo. Hace unos dos años se publicó un manifiesto de cien economistas al respecto, en uno de los pocos ejercicios de valentía vistos en nuestro país en esta coyuntura, y sigue siendo válido hoy en día. Para recordarlo FEDEA ha sacado una nota de prensa en la que, en dos páginas, dice lo que se debiera haber acordado hace ya dos años, dos perdidos años. A ver si de una condenada vez el gobierno hace lo que debe y la imprime en formato Real Decreto el próximo Miércoles 16. Si él no lo hace, lo hará Bruselas.
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