¿Se han preguntado alguna vez cómo funciona una ciudad inmensa si los transportes públicos se paran? ¿Qué sucede? Pues pueden responderse a esta pregunta si vienen hoy a Madrid, aunque les aconsejo que no lo hagan, ni se les ocurra. El paro del metro, cumpliendo sus amenazas, es total, está cerrado. Cientos de personas se encuentran tiradas por las calles perdidas, sin la brújula interior que es el metro, con un tráfico desatado y el más absoluto caos en todas partes. Hoy va a ser un día horroroso.
Llegar hasta aquí, Plaza de Cuzco, desde mi Moratalaz de residencia, me ha supuesto una hora de viaje, con tres autobuses y aplastamientos varios. He cogido el 71 a las 7:11 muy cerca de casa y ya iba atestado. Me ha tocado estar pegado al cristal del conducto, muy amable y divertido, que relataba como habitualmente lleva diez o doce pasajeros a esas horas y hoy parecía Harrod’s en rebajas. En cada parada subía un goteo de gente y nos aplastábamos cada vez más. Hemos llegado al final de la línea, plaza de Manuel Becerra, y mi idea era pillar o la línea circular o el 12, que a distinta altura bajan hasta el Paseo de la Castellana para allí coger otro autobús de subida hasta el trabajo, pero la plaza ya estaba colapsada. Las marquesinas de las líneas citadas y de otras muchas aparecían rodeadas de gente, y he desistido porque allí no había nada que hacer. Sin una idea clara, he ido hasta la calle Alcalá para ver si encontraba algún autobús que bajase hacia el centro, y al poco ha parecido un 29 repleto en el que tres personas hemos logrado entrar por la parte de atrás. Ha sido el primer momento, no el último, en el que la barra de cierre de la puerta de atrás se me ha clavado en la pierna, pero bueno, Alcalá para abajo íbamos, llegando a paradas abarrotadas en las que no podía subir casi nadie porque los dos o tres que bajaban dejaban sitio para muy poco. A la altura de Colón nos hemos bajado medio autobús y todos, corriendo, a un lado o al otro de la Castellana, unos de bajada y otros, entre ellos yo, de subida. Ha parecido un 27 a los 5 minutos, y otra vez se ha repetido la historia: entrada apiñada por la puerta de atrás y barra presionando contra la pierna, en este caso la derecha. Poco a poco el 27 ha subido la Castellana dejando atrás mucha más gente de la que subía, y así, lento pero seguro, hasta Nuevos Ministerios. Allí en la parada del autobús había cientos de personas. Créanme, no exagero, cientos. La acera y los jardines estaban invadidos por completo, mucho más de lo que es la propia extensión de la parada. Cuando se ha abierto la puerta para que bajasen algunos pasajeros ha habido un conato de invasión del autobús y nos las hemos visto mal. Gritos, empujones, y lo típico de estas desagradables situaciones. Y caras perdidas, muchas caras perdidas, que no sabían muy bien donde estaban, que nunca han cogido el autobús y que se encontraban sin alternativas para poder llegar a su trabajo. Controlar aquello y que no pasase nada ha sido realmente complicado, y por momentos desagradable.. Una muestra de cómo será el día a día en toda la ciudad.
A partir de ahí la cosa se ha ido tranquilizando porque, parada a parada, eran más los que bajaban que los que subían, y al final he llegado a mi destino. Una hora de reloj cuando a las 8:10 entraba por la puerta del trabajo, y soy afortunado, porque ahora mismo las calles y carreteras de la ciudad están colapsadas, los atascos deben ser monumentales y al cantidad de gente que está perdida y deambulando en busca de paradas de autobús puede ser inmensa. Hoy va a ser un muy mal día en Madrid…. yt no, mejor no vengan.
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