miércoles, junio 30, 2010

Segundo día de asalto a Madrid

Hoy, otra vez, huelga de metro. Me he levantado a las 6:30 y he logrado llegar al trabajo a la hora de siempre, con muchos vericuetos y con algo menos de gente en las paradas, también porque es más pronto. La vuelta del trabajo a casa de ayer por la tarde fue una odisea de hora y tres cuartos de autobuses, paseos, colas y codazos, todo ello aderezado con el atasco que se organizó en Castellana, al parecer por una pantalla gigante que retransmitía un partido de fútbol. Me tuve que duchar en casa a conciencia para liberarme de la humanidad que me rodeaba al llegar.

Esto es una vergüenza. Punto. A gente como yo le fastidia mucho, pero tengo piernas que funcionan bien, paciencia, y la suerte de que si pasa algo y llego tarde al trabajo no me descuentan sueldo. Pero hay muchas personas que no andan bien, señoras mayores, mujeres y hombres con el carrito de los niños, cargados de fardos, etc, que deben acudir a hospitales, entrevistas de trabajo, citas esperadas y muy importantes, y seguro que los hay que ayer recibieron broncas por parte de sus jefes por llegar tarde, o les descontaron algo de sus sueldo, o quién sabe si directamente les echaron. Un panorama horroroso. Y frente a ello tres gobiernos, nacional, autonómico y local, que pagamos entre todos, para que no hagan nada, y que nada parece importarles, quizás porque viajan en coche oficial y sólo se suben al metro para las inauguraciones. Ayer hubo un intento de abrir la línea 8, la que lleva al aeropuerto, pero no fue posible ¿Por qué? ¿Qué diablos tiene que suceder para que algún gobierno meta mano en esto? ¿Si pasa una desgracia, actuamos? ¿Tenemos que esperar hasta entonces? Enfrente están unos sindicatos que defienden unos privilegios de una minoría, que están chantajeando a una ciudad entera. Ayer dos millones de personas nos vimos afectados, y para que se hagan una idea dos millones, por ejemplo,
la población de todo el País Vasco, que ayer por cierto sufría una huelga general con poco éxito pese a los amedrentamientos habituales. Ayer los sindicalistas justificaban la inexistencia de servicios mínimos, en un alarde de inconsciencia inaudito, y decían Méndez y Toxo que el gobierno debe tomar nota de esta huelga de cara a la general de Septiembre. De momento se la han montado a Esperanza Aguirre, que es del PP, pero no al gobierno que también bajó los salarios a los funcionarios (y a los que no lo son, como yo). Si los líderes sindicales salen hoy a al calle se encontrarán con una población furiosa, sí, pero contra ellos. Llegué a oír a Toxo que la gente que no podía usar el metro podía coger un taxi, lo que demuestra la sensibilidad social de estos señores, lo que realmente les importa el paro y lo poco que cogen ellos el metro, porque también, como no, van subidos en coche oficial pagado por todos, y no piensan bajarse de él nunca. Sinceramente es algo indignante. Espero que no pase nada, pero poco a poco la paciencia de la gente se va gastando, y si este desastre se convierte en indefinido acabará mal, muy mal. Y los políticos, esos a los que se les llena la boca hablando de estatut y de otras cosas que no sirven para nada, y a los que se les paga para gestionar la vida pública, vuelven a demostrar que son unos incapaces.

Y de mientras,
la bolsa se derrumbaba con ganas, los tipos de la deuda no dejan de subir, el euríbor de las hipotecas empieza a gotear al alza y ya está en el 1,3%, y la sensación de que algo gordo y grave se está cociendo en el mundo financiero internacional no deja de crecer. Pero nada, al ciudadano corriente, leña. Y de paso que no pueda ni moverse. Seguro que si las autoridades oficiales no dispusieran de coches y tuvieran que usar el metro esta huelga no hubiese durado más de doce horas. Pero no, querido lector, no se usted, pero al menos yo estoy en el lado de los pringados que, otra vez, hoy verán como una odisea volver a casa, pero sin el canto embriagador de las sirenas…..

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