Acabado el frío y lluvioso puente de Todos los Santos, se puede decir que tanto en la calle como en las noticias ha sido de lo más norteamericano. En la calle las visitas a los cementerios del día 1 se han sustituido por la estancia en garitos la noche del 31, y los dulces huesos de santo se baten en retirada ante los huesos de plástico y tela que decoran los disfraces de esa fiesta de nombre obtuso que todo el mundo pronuncia como “jálogüin”, que pronunciada con acento en la “í” en vez de en la “á” adquiere el toque cañí perfecto.
Disfraces de muertos vivientes…. Quines iban a fabricar muertos entre los vivos de verdad eran los de Al Queda. Este viernes empezó a coger cuerpo la noticia de la detección de objetos sospechosos en aviones de carga procedentes de Yemen, y esas imágenes que mostraban aparatos escoltados en los aeropuertos de Estados Unidos donde fueron obligados a aterrizar. Lo que parecía un nuevo susto se ha convertido en otra amenaza real, en la que se ha vuelto a hallar pentrita, el mismo explosivo, potente y de muy difícil detección, que portaba el sujeto que pretendió hacer estallar un avión en Navidad en Detroit. Esta vez las cargas se camuflaban en hardware, como toners de impresora y demás. Se sospecha que el destino era una sinagoga judía de Chicago, pero me de que, dada la potencia de la carga, su uso más probable sería el de hacer estallar los aviones en pleno vuelo y hacer que el terrorismo aparezca, con todos los titulares del mundo a su servicio, a escasa horas de las elecciones de mitad de mandato que se celebran hoy en los Estados Unidos. ¿Cuál hubiera sido el efecto en las mismas de un atentado? ¿Positivo o negativo para Obama? Quien lo sabe, y mejor quedarse con la duda. La cosa es que Al Queda reaparece, después de una temporada en la que la teníamos abandonada, perdida en el fondo de las columnas de la prensa. Sin embargo, siempre ha estado ahí, presionando, matando, destruyendo y conspirando, que es lo único que sabe hacer. Este mismo puente hemos asistido a otra acción de las suyas, aberrante y merecedora de todo el desprecio posible. El secuestro por parte de un comando de terroristas de una iglesia cristiana en Bagdad y la posterior operación de rescate desarrollada por el ejército de Irak, con apoyo norteamericano, se ha saldado con más de cincuenta muertos, en una acción calificada de “éxito” por parte de la autoridades iraquíes, quizás debido a que allí todo lo que baje de cien muertos por atentado sea “escaso”. Los asaltantes irrumpieron en el templo y los terroristas empezaron a disparar a los fieles allí secuestrados y a hacer estallar las cargas explosivas que llevaban adosadas. Algo difícil de creer y de imaginar, y menos en el recinto de una iglesia, pero no hay que imaginarlo, no. Ha sucedido, ha sido real, y como ha pasado allí no se han visto muchas imágenes en televisión, y se ha despachado el asunto con cierta trivialidad, cuando ha sido un atentado muy grave y de paso un intolerable ataque a la religión, en este caso a la cristiana. Al Queda ha anunciado una campaña contra los cristianos en Irak, y ya saben que estos energúmenos no desarrollan sus campañas con anuncios en televisión, sino con matanzas, que luego, es cierto, la televisión nos enseña. Repugnante.
Así que en estos tres días de sombras hemos podido presenciar el retorno de algunos fantasmas del cercano pasado, que no se han ido del todo. Seguiremos esta semana bajo el nerviosismo de los paquetes explosivos, ahora que se sospecha de la existencia de una infraestructura estable de los terroristas en Yemen, pero a los muertos en la iglesia de Bagdad no les recordará nadie, a sus familias menos, y nada sabremos de lo que allí pasó. Dado que Benedicto XVI viene a España el viernes debiera mencionarlo en sus homilías, y así dar algo de presencia a los asesinados de Bagdad, los auténticos santos de este puente de 2010.
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