Este fin de semana ha sido muy tormentoso en Castilla la Mancha, y no solo por las nubes y rayos, que los ha habido, y muchos. El proceso de traspaso de poder en la Junta entre PSOE y PP se ha envenenado tras unas declaraciones de un dirigente popular en las que acusaba a la Junta de haber llevado a la comunidad a la quiebra, cosa que al PSOE no le ha gustado nada y ha provocado la suspensión de las reuniones con las que se gestiona el paso del poder de un partido a otro. Se notan los nervios entre los que nunca han gobernado ese territorio, y el pánico entre los que siempre lo han hecho y ahora se van. Hasta cierto punto es comprensible.
Lo importante es saber si realmente la Junta de Castilla la Mancha está hecha unos zorros, financieramente hablando. Aquí ya nos movemos en el terreno de las intuiciones, y es que poco se puede afirmar con claridad de las cuentas de las Comunidades Autónomas. Son opacas a la hora de detallar los gastos, y su sistema de financiación es tan complejo que resulta cuanto menos imposible dar una cifra de ingresos. Lo que parece bastante claro es que las cuentas cada vez están peor, y el hecho de que se hable de déficits ocultos, facturas escondidas en los cajones, retrasos de pagos a proveedores cercanos a los dos años y demás hace pensar a uno que si no hay quiebra poco le falta. Todo esto es muy importante porque de nada sirve que el gobierno central rece e implore perdón a Bruselas, prometiendo propósito de enmienda fiscal, si las Comunidades Autónomas, que gestionan cerca de la mitad del presupuesto de gasto, se desmadran y poseen unos déficits que no dejan de crecer. Y desde fuera se observa esta situación con extrañeza, porque no entienden como funciona el estado autonómico (toma, ni nosotros) y empieza a cundir el nerviosismo. Noticias como las de ayer, en las que se afirma que Moodys avisa que el déficit de Cataluña es un problema para la solvencia de España en su conjunto son de esas que a uno le ponen nervioso, sobre todo porque rebaten el principal argumento con el que hemos basado ese mantra de “España no es Grecia”. Aquí no hay deudas ocultas, impagos raros, estadísticas camufladas….. Pues sí, las hay. Parece que en muchos cajones de despachos autonómicos se esconden algo más que caramelos, y en este caso la ideología del gobierno de la Comunidad es indiferente, porque si el PSOE oculta algo en Castilla la Mancha, el PP lo hace en Valencia. Apasionante carrera de ineptitud hacia la nada. Y más allá de rumores y noticias interesadas hay datos veraces que parecen confirmar esta existencia de facturas ocultas, y sino lean la breve columna semanal de Ángel Laborda en el País del Domingo en la que, extrayendo el jugo de las estadísticas oficiales, verifica que debe haber facturas escondidas que están empezando a aflorar, porque el ritmo de gasto autonómico no es sostenible con las previsiones presupuestarias que se habían hecho hace unos meses. De hecho en el sector sanitario es un secreto a voces, a gritos más bien, que nadie paga, que todos los proveedores, trabajen con el gobierno regional con el que lo hagan, tienen grandes problemas para obtener pagos, en algunos casos de meses, en otros de años, y que de momento se va tirando vía crédito, pero esto no es sostenible durante mucho más tiempo. ¿Qué sucederá cuando una autonomía decrete que es incapaz de pagar las recetas? ¿Será la sanidad, lo más importante del estado de bienestar que poseemos, la primera piedra en derrumbarse? Algunas Comunidades empiezan a anunciar medidas de contención del gasto que suenan a precipitadas, urgentes y de último recurso ante la situación en la que viven. ¿Cuál es esa situación? ¿Por qué no es posible saber lo que cuesta la sanidad en cada CCAA y si hay margen para pagarlo?
Resulta desolador contemplar este panorama, y ver que en el fondo todo esto es el fruto de una nefasta gestión por parte de los administradores públicos que, en gran parte, se han dedicado a aumentar los gastos de representación, propaganda, televisiones, subvenciones deportivas y dádivas para garantizarse unas prebendas y privilegios, y han desatendido a la sanidad y educación, las dos áreas que debieran ser las únicas de importancia para cualquier autonomía. Tal y como está el patio no sería de extrañar una cascada de impagos y cierre de servicios de asistencia local en muchas regiones. Y el riesgo país de España crecerá, y entonces habrá aún más causas para estar indignado.
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