Este fin de semana se han constituido casi todos los ayuntamientos que salieron elegidos en las elecciones del 22 de Mayo. Las excepciones, notable la de Barcelona, se deben a recursos puestos por algún partido ante escrutinios muy ajustados, que pueden hacer bailar el recuento de concejales. Y es que un concejal, uno sólo, puede ser determinante para gobernar. Esto es lo que ha sucedido en Elorrio, mi pueblo natal, y si a ese resultado in extremis se le junta la actuación de la mafia local, el resultado es lo que se ha podido vivir este fin de semana.
La anterior corporación estaba en manos de ANV, posteriormente independientes tras su ilegalización. Tras poder concurrir bajo la marca Bildu, el escrutinio del 22 de Mayo arrojó un empate a seis concejales entre Bildu y el PNV y, oh, sorpresa, un concejal del PP. Ya en el anterior consistorio había un concejal no nacionalista, en este caso del PSOE, y ha sido el PP el que ha ocupado esa plaza en esta ocasión. Pero el empate entre ambas formaciones ponía las cosas muy difíciles de cara a crear gobierno. Súmese a eso el odio visceral que en Elorrio existe entre los batasunos, acogidos a distintas marcas, y los peneuvistas, fruto de años de inquina mutua y de acusaciones de nepotismo y corruptelas. Con este panorama el pacto nacionalista que se ha producido en otros ayuntamientos no podía llevarse a cabo. Ante esto, la declaración del concejal del PP de votar al PNV para que Bildu no tuviese la alcaldía generó mucha polémica pero pocas sorpresas. Carlos García, el representante del PP, es un chico joven que ha estado esta última legislatura de concejal en Bilbao y que se presentó al Ayuntamiento de Elorrio con mucha voluntad y un par de…. Cuando pasaban los días de la campaña y amigos míos me decían que el chico iba con el coche del PP poniendo la música por la calle y dando panfletos no me lo creía. Poco a poco vería este hombre donde se había metido, porque en Elorrio hay un sector de la población que no es capaz de entender lo que significa la palabra democracia, y que prefiere el insulto a la discusión, la calumnia y los malos modos al debate. Carlos poco a poco adquirió notoriedad, en parte por su hablar dicharachero y hasta cierto punto ingenuo, y empezó a ser entrevistado por medios de comunicación nacionales, que ponían el nombre de Elorrio en todas partes y que me generaban una sonrisa compleja cuando los veía, sonrisa porque es curioso ver desde el sofá de tu casa como en una radio o televisión nacional hablan de tu pueblo, y compleja, quizás acomplejada, por la causa por la que hablan. Siempre igual, y así el nombre del pueblo se ve ensuciado por los de siempre, y es una pena, porque Elorrio es un sitio precioso, lleno de personas maravillosas y con cosas muy interesantes que ver, visitar y conocer. Sin embargo, gracias a la cofradía Batasuna, somos ya conocidos en toda España, y no creo que el turista, que alucinaría si fuese y vierta aquello, se sienta motivado a emprender el viaje. En fin, en este ambiente enrarecido y algo violento se presentaba el pleno de este Sábado, y lo que allí se vivió, y vi desde la calle, fue el típico espectáculo de los ochenta y noventa, con gritos, insultos, amedrentamientos, coacciones y demás parafernalia violenta. Carlos votó a favor de la lista del PNV y Ana será la alcaldesa, e Idoia, candidata de bildu, la jefa de la oposición.
En los pueblos pequeños se conocen todos. Tanto que a veces se casan entre ellos y se crea una gran familia. Así, uno de los primos carnales de Ana, la alcaldesa, está casado con Idoia, la candidata de Bildu (y a ellas y a sus familias les conozco y aprecio desde hace muchos años). Sospecho que desde hace un tiempo las reuniones familiares serán complicadas, pero no se como se desarrollarán tras lo vivido el Sábado. Supongo que ellas sabrán pasar por encima de todo eso, pero los que gritaban en la plaza sus consignas no entienden ni de familia ni de comprensión y cariño, y desde luego no saben nada de política.
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