Si ayer hablaba del Marte real, hoy toca el Marte figurado, el que encarnaba al Dios de la guerra de los griegos y romanos, y es que tras al aprobación ayer por parte del parlamento heleno del plan del nuevo plan de austeridad, en el segundo día de huelga general consecutiva que se vivía en el país, los incidentes callejeros fueron a más, y las imágenes de violencia que hoy llenan las portadas de los medios de comunicación de todo el mundo expresan la cólera y el miedo que se vivió ayer en Atenas. Me da mucha pena ver esto, créanme.
Y me apena, entre otras cosas, porque esas duras medidas no van a servir para lo que se pretende, que es sacar al país del pozo de la deuda. Algunas de ellas debieron haberse tomado hace tiempo, como las relacionadas con la privatización de servicios públicos que en el resto de Europa hace tiempo que no dependen del estado, o la lucha contra el fraude y la estafa, que en Grecia alcanzan grandes proporciones. Pero la idea básica del plan, que aspira a recaudar 78.000 millones de euros en pocos años, fracasará. No podrán ingresar los 14.000 millones de euros previstos con las subidas de impuestos porque la demanda griega está medio muerta y se encamina cada vez más a la economía sumergida, difícilmente disminuirán el gasto en los 14.000 millones de euros adicionales previstos, porque el gobierno griego ah empezado a perder el control de la situación y está por ver si podrá poner en marcha los recortes prometidos, y desde luego nunca podrán ingresar los 50.000 millones de euros que estiman mediante privatizaciones y ventas de activos públicos. En una época estancamiento económico en Europa los precios de venta no serán muy altos, y como todo el mundo sabe que el estado griego está en quiebra y el urge vender las ofertas serán a la baja. Grecia malvenderá hoy lo que pudo facturar hace años a mucho mejor precio. Y entonces, ¿Qué? ¿Para qué todo esto? ¿con qué fin? Opino que lo único que se trata aquí es de ganar tiempo, meses, y aplazar el momento de la verdad. La aprobación del parlamento griego de ayer libera el quinto y último tramo del primer plan de rescate europeo, el aprobado hace ahora un año, y el dinero, una vez llegue a Grecia, se irá directamente a la cuenta de los acreedores, permitiéndole así a Atenas pagar los vencimientos de deuda que tiene en Julio y Agosto. ¿Y en septiembre qué? Pues estaremos en las mismas si no se aprueba un nuevo plan de rescate que sólo servirá para ganar unos meses de tiempo y aumentar el importe total de principal e intereses que deberá Grecia. Esto no es sostenible, y no hay que ser ningún genio para darse cuenta. Y después de Grecia estará Irlanda, y luego Portugal….. Esto parece una pesadilla, y en el fondo lo es. La Unión Europea se enfrenta a un reto inmenso, causado por un error de diseño en la Unión Económica y Monetaria y agravado por la lentitud y aparente incapacidad de hacer frente al problema de fondo, que es la inexistencia de una unidad política y fiscal que respalde a la política monetaria unificada. Lo decía ayer muy bien el editorial del New York Times. Europa carece de líderes. Hay una canciller alemana, un presidente francés, un primer ministro italiano, etc, pero cada uno en el fondo sólo mira por sus intereses. Así no se puede llegar a ninguna parte.
Viendo los incidentes de Atenas me acordaba de lo que se vivió en Bilbao en los años ochenta. La reconversión industrial acabó con grandes empresas en toda España, y los astilleros euskalduna de Bilbao se convirtieron en el emblema de la batalla diaria entre trabajadores y policías, seguro que muchos lo recuerdan. Fue muy duro, costó mucho dinero y esfuerzo, pero el sacrificio, en el fondo, se hizo por toda la sociedad a la búsqueda del sueño europeo y la modernidad, viniendo como veníamos de décadas grises y dictatoriales. Hoy, el sacrificio griego (y los que vendrán) se enmarca en una pesadilla económica que no parece tener fin, y así es muy difícil que la población lo entienda, asuma y lleve a cabo. Prácticamente imposible.
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