Esta parece ser la semana de las noticias alemanas, malas visto lo del pepino, y confusas por el asunto nuclear. Y es que el Lunes el gobierno de Angela Merkel, cual veleta, se retractaba de sus anteriores intenciones y anunciaba que Alemania renunciará a la energía nuclear en 2022. Las razones esgrimidas son de seguridad tras lo sucedido en Fukushima, que ya originó el cierre preventivo de los reactores más antiguos del país. Lo que se ha propuesto es apagar todos los reactores alemanes, ahora mismo son 17, que producen la cuarta parte de la electricidad del país, y sustituirlos por fuentes renovables. ¿es esto posible?
Pues sí y no. Técnicamente es posible instalar un parque de aerogeneradores y de placas solares que cubran el hueco de demanda que dejen las nucleares al marcharse, pero esa infraestructura se enfrentará al reto de cómo producir electricidad de manera estable. En España ha habido días en los que cerca de la mitad de la producción nacional se ha obtenido del viento, sí, sí, de los molinos eólicos. ¿Cuál es el problema? Que cuando no sopla viento no producen nada, por lo que su efectividad está en manos de la meteorología. Algo similar sucede con las placas solares. Por ello, cuando se instala un parque eólico o solar la compañía eléctrica está obligada a crear, en paralelo, una central, habitualmente de ciclo combinado de gas, con una potencia equivalente a la del parque renovable, para garantizar que si instala 100 Mw de potencia, esto se producirán siempre, con las aspas o combinándolos con la central convencional cuando las aspas miren al horizonte quietas como pedruscos. Evidentemente esto dispara el coste de la instalación renovable, y de paso provoca que la infraestructura de respaldo se use “mal”, apagándose y encendiéndose de manera aleatoria en función del viento, por lo que se estropeará antes de lo debido y el coste de mantenimiento crecerá. Ello unido a que la tecnología renovable aún es novedosa hace que los costes de producción por estos medios sean más caros que por los convencionales, tal y como se miden ahora, por lo que esta energía renovable sólo es rentable por dos vías. Una, subvencionándola para disminuir el coste, que es lo que se hace en la mayaría de países, España y Alemania incluidos, y otra es la de aumentar la factura de la luz, de tal manera que sea el consumidor el que, directamente, corra con el coste de producción (por si alguno tenía dudas, la subvención sale de nuestros impuestos). El gobierno alemán, curioso, parece que optará más por esta vía de subir precios, y se estima una subida del 6% en la factura, aunque esto puede variar dependiendo del tipo de consumo que se haga y de su intensidad. Lo que sí ha provocado Alemania es el abrir en serio el debate de cómo queremos producir la energía que actualmente consumimos, a qué precio y, si no tenemos buenas respuestas a estas dos preguntas, a cuánta estamos dispuestos a renunciar. Y es que la tecnología renovable a día de hoy es importante, pero incapaz de proporcionar el suministro seguro, fiable y continuado que nuestra sociedad demanda. La nuclear produce de manera estable y continua, pero posee riesgos obvios. La quema de combustibles fósiles es también una fuente continua y estable, además de segura, pero emite CO2, nos hace dependientes de un producto que debemos importar de países nada fiables, dictatoriales en muchos casos, y que tarde o temprano se acabará, al menos a precios accesibles. ¿Cómo solucionamos este endiablado puzzle?
La respuesta obvia es con un poco de todo. Se debe invertir mucho dinero en innovación en el campo renovable, porque sin duda allí está el futuro, y me atrevo a decir que el gran negocio de este siglo. Y, poco a poco, ir pasando de un modelo fósil a uno verde, por así llamarlo, pero no tengo dudas de que esa transición será lenta, costosa y compleja. Lo que si que parece cierto es que el consumo no va a disminuir, e ideas como el coche eléctrico no hacen si no aumentar la demanda potencial en el futuro. Este es uno de los mayores retos, problemas… oportunidades al que nos vamos a enfrentar en estos años venideros. De hecho ya lo tenemos aquí.
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