Ver y oír una sesión parlamentaria como la de ayer demuestra hasta que punto es malo el estado de nuestra nación, y cómo la crisis que vivimos ha superado por completo la capacidad de los gobernantes y aspirantes. Discursos vacíos, desconocimiento, falta de rigor y seriedad, eslóganes sin contenido, bajura de miras… en fin, no por no sorprender resulta triste. Pero no quiero darle vueltas a este asunto, no, sino a otro, aunque relacionado con la crisis, y en parte causante de la misma. La pregunta que quiero plantearme hoy es con qué criterio nos gastamos el dinero, público y privado, y para qué lo empleamos.
Y viene esto a cuento del artículo que encontré ayer por la web que señala, para que vean que no sólo pongo ejemplos de cosas malas que pasan en España, que el gasto del departamento de defensa de los EEUU en aire acondicionado para sus soldados desplazados en Afganistán equivale al presupuesto anual de la NASA. La cifra del primero es de 20.000 millones de dólares mientras que, según esta fuente, el presupuesto que al NASA gasta al año se cifra en 19.000 millones. Cuando vi esto me entró algo parecido a una depresión fulminante, aliviada por saber qué contestar para el resto de mi vida a aquellos que se quejan de todo el dinero que se gasta en la carrera espacial. Sí, 19.000 millones de dólares al año es mucho dinero, pero no me dirán que comparativamente hablando merecen la pena frente a otras partidas de gasto. El arrastre de empleo, innovación tecnológica, incremento de productividad y, en definitiva, progreso del bueno, que supone el desarrollo de la carrera espacial no tiene comparación alguna con el grueso pero fuegazo incremento de riqueza que se deriva de una burbuja inmobiliaria como la que hemos vivido, y sin contar para nada la ilusión y el espíritu de superación que se esconde detrás de la carrera espacial, algo que está en las antípodas de lo que se cuece en un despacho de una agencia inmobiliaria. Por pensar un poco en España, en estos años de la crisis, ¿cuánto dinero hemos tirado a la basura en urbanizaciones de adosados invendibles? ¿En centros culturales y palacios de congresos que nunca vana a ser utilizados? Yo viajo poco, pero el país entero está lleno de edificaciones que se pudren poco a poco, complejos residenciales en los que las zarzas se apoderan de los alicatados, y las ventanas y puertas hace tiempo que desaparecieron en manos de ladrones. En España no tenemos la NASA, una pena, pese a que muchos estarían orgullosos de que eso permanezca así, y a día de hoy no podríamos costear semejante presupuesto, pero sí otros más modestos e igualmente retadores. Por ejemplo, a finales de este 2011 tendremos el lanzamiento de una nueva sonda a MArte, el proyecto llamado Mars Science Laboratory, un robot autopropulsado de las dimensiones de un coche que ha sido bautizado como Curiosity, y que es una evolución de los rovers Spirit y Oportunity, que todavía pululan por la superficie del planeta rojo. Pues bien, por lo que he podido ver por ahí, el coste de esta misión se sitúa en torno a los 2.500 millones de dólares, pongamos euros para simplificar las cosas, pese a que el cambio sería favorable a nuestra moneda. ¿Es eso mucho dinero? ¿es poco? Oyendo las noticias sobre los importes adeudados por la banca, los rescates, los impagos, los volúmenes de deuda de los ayuntamientos, las CCAA y demás, ¿son 2.500 millones una cifra disparatada? A bote pronto es una tercio de la deuda del ayuntamiento de Madrid, y una cifra bastante inferior a lo que ganan, por ejemplo, BBVA, Santander o Telefónica. Si lo comparamos con el presupuesto de las televisiones autonómicas españolas seguro que sería inferior. Sin embargo, ¿cuánta innovación, tecnología y empleo de calidad se habrá generado en ese proyecto? Incalculable.
Así, cuando Oportunity despegue en torno a la Navidad algunos, espero que muchos, estaremos encantados de, entre otras cosas, pensar en la maravilla que supone mandar algo a Marte, y que es un dinero MUY BIEN empleado, frente al que se tira a la basura en la tierra en tantas y tantas tonterías. Peor lo pasaremos en el verano de 2012, cuando el robot llegue a su destino y deba amortizar, en una secuencia de despegue cara, sí, pero de una complejidad extraordinaria. Para que se hagan una idea del reto tecnológico (e inversor) que esto supone, vean este alucinante video que recrea cómo será la llegada a Marte. Sí, esto es dinero bien empleado. Y sí, ZP y Rajoy no tienen ni idea de nada de esto.
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