martes, marzo 20, 2012

Un asesino anda suelto en Francia

La mañana de ayer se rompió en Toulouse. A la hora en la que los niños entran en el colegio el habitual ruido de gritos, coches de padres apresurados, carreras para no llegar tarde y despedidas ante el breve internado fue sustituido por la sorda explosión de varias descargas de arma de fuego, disparadas con saña y precisión, chillidos de terror y confusión, gritos de miedo y el bramido de una moto que emprendía su huída pilotada por el autor de un atentado terrorista que ayer dejó a Francia conmocionada y a todo el mundo con al misma pregunta que nunca tiene respuesta. ¿Por qué?

Este es el tercer ataque de similares características que se registra en la misma ciudad francesa en el espacio de poco más de una semana. El anterior, del que aquí no se habló demasiado pese a su gravedad, se produjo en Montauban, muy cerca de Toulouse, y dos
militares franceses fueron asesinados con un método idéntico (atacante en moto, disparos certeros con armas de gran calibre y huída en medio de la nada) y antes fue asesinado otro militar de la misma manera. Se ha descubierto que el calibre de la munición usada en los tres ataques es el mismo, por lo que muy probablemente también lo sea el arma y el sujeto que la empuña. El que los tres militares fueran de origen inmigrante, sumado al origen judío de las víctimas del atentado de ayer, hace pensar que el motivo de todos estos atentados es el racismo, y que la persona a la que se busca es un extremista neonazi que ha emprendido una batalla por su cuenta, llevando a la práctica las repugnantes ideas que anidan en su mente. Aún es pronto para llegar a esta conclusión, pero es una hipótesis que tiene muchas papeletas para convertirse en realidad. Detenerlo se ha convertido en la obsesión de la policía gala y, en gran parte, de todo el país, que asiste asombrado a una pesadilla que no logra entender. Cuando se pille al culpable, cosa que tarde o temprano pasará, y esperemos que sea antes de que vuelva a cometer otra salvajada, habrá que ver si lo ha hecho en solitario o ha contado con apoyos, cuales eran sus motivaciones y qué es lo que pensaba al actuar de una manera tan sádica y cruel, pero todo me hace pensar que estamos frente a otro caso similar al que pudimos vivir en Noruega hace un año, cuando hace menos de un año Anders Behring Breivik se las arregló el solo para causar el más absoluto terror en un país en el que nunca pasa nada. Metódico, frío, fanatizado y creyendo ser la verdad en medio de la podredumbre, Breivik encarnaba perfectamente el arquetipo de lo que se ah dado en llamar “lobo solitario” el terrorista que no necesita una organización o estructura como en el pasado, porque la tecnología y los medios de hoy en día ponen a su alcance material suficiente para llevar a cabo una matanza sin contra con ayuda alguna. Sólo es necesario algo de dinero, paciencia, un buen plan y tener las ideas lo suficientemente enfermas como para ejecutarlo. Es muy probable que en el caso francés nos encontremos algo similar. Seguro que el origen del asesino es distinto, y su vivencia personal diferirá notablemente de la del noruego, pero ambos estarán fanatizados, tendrán un odio visceral hacia el otro, el distinto, el llegado de más allá, que si en un caso perturba el espíritu noruego en este pervertirá las esencias francesas, y ambos habrán tomado la determinación de salvar a su país, su mundo y su raza. Quizás, no se extrañen, el francés sea un admirador del noruego, puede que incluso le considere un maestro o precursor. De pesadilla.

Y todo esto sucede a cinco semanas de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia a las que, como en ocasiones anteriores, se presenta un partido de extrema derecha que siempre obtiene unos resultados mucho mejores del cero que sería deseable.
Hace pocas semanas su líder, Marine Le Pen, hija del mítico líder de la formación, acudió a Austria a la celebración de un repugnante baile que anualmente supone la exaltación del nazismo y que se celebra el día de la conmemoración del Holocausto. Puede que el asesino del colegio de ayer estuviera en ese acto, o no, pero es casi seguro que ese día bailó, y que ayer ejecutó parte de la coreografía que tanto tiempo llevaba ensayando.

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