Uno de los sectores que más está notando en sus carnes el impacto de la crisis es el de los medios de comunicación y, muy concretamente, la prensa, uno de los puntales de nuestra sociedad, pese a quien le pese, y algo que adoro desde pequeño. Así, noticias como las de la semana pasada del cierre del diario Público son una pena, y me produjo una gran tristeza saber que en los quioscos habría un nuevo hueco, uno más, y puede que no el último, dado el estado de cuentas de las cabeceras nacionales.
Y es que esta semana hemos conocido el preocupante estado en el que se encuentran las finanzas de dos de los principales periódicos españoles. Por un lado está Vocento, grupo de origen vasco editor de, entre otras cosas, El Correo y el ABC. Sus resultados de 2011 son malos, arrojando una pérdida de 53,5 millones de euros, con bajada de ventas y caída abrupta de los ingresos de publicidad en medio de un mercado, el de los anuncios, que no levanta cabeza, más bien la esconde aún más bajo tierra. Esto ha hecho aumentar los rumores sobre disensiones y disputas en su consejo de administración, llegándose a especular con la posibilidad de que alguna de sus cabeceras podría caerse. Parece que es el ABC el diario que presenta mayores problemas financieros, pero al ser el decano de la prensa española todo lo que en él sean recortes adquirirá una dimensión y efecto de un calibre inmenso. En frente las cosas no están mucho mejor, más bien peor. PRISA, que entre otras cosas edita El País, ha presentado unas cuentas para el pasado 2011 que son, simplemente, aterradoras. Concretamente perdió 451 millones de euros en el pasado año, una burrada, y todos los números de su cuenta de resultados presentan un estado mucho peor que el que mostraban en 2010, con una clara caída en las ventas y en los márgenes publicitarios. Si ABC es el decano, El País es el periódico serio más vendido de España, y como en el caso anterior, si se decide recortar algo de su estructura o edición el impacto será enorme. Se da el caso de que en PRISA se ha conocido ese resultado a la vez que se hacía pública la remuneración de su Consejero Delegado, Juan Luis Cebrián, que en 2011 se llevó a su casa alo más de ocho millones de euros, lo que en proporción a la pérdida registrada hace suponer que la dirección no se hace responsable de lo sucedido y, como en otras tantas entidades, está encantada de haberse conocido y de autoaprobarse la remuneración. Son varios ya los años en los que los trabajadores de El País han firmado acuerdos para bajarse salarios, trabajar más y renunciar a beneficios sociales a cambio de la permanencia en la empresa, y supongo que uno de esos redactores sacrificados se habrá quedado de piedra al ver cuánto cobra su máximo jefe, que como en el caso de los responsables de Público, sigue exhibiendo un discurso progresista y defensor del trabajador, pese a que sus actos y su sueldo chocan tanto con esa realidad que convierten sus palabras en actos cómicos, cuando no trágicos. El caso de Cebrián, repetido en tantos y tantos sectores, muestra que en el mundo de la prensa también se dan esos comportamientos que se critican, con razón, desde las columnas y editoriales, y que como mínimo es curioso que periodistas que día sí y día también denuncian los excesos de los financieros y poderes públicos no sean capaces de decir una sola palabra sobre lo que está sucediendo en el interior de sus propias empresas, que es un calco exacto de lo que denuncian. Supongo que si lo hicieran se jugarían el puesto, y por eso callan, pero la realidad no deja de existir porque no sea contada…..
No se los datos completos de 2011 de El Mundo, pero en sus parciales presentaba unas pérdidas muy abultadas, tanto el diario como Rizzoli, matriz italiana del grupo, que, seguramente, habrán ido creciendo en el pasado ejercicio, así que más de lo mismo. Sí, la prensa española está gravemente herida, y no sólo por las finanzas. El mundo vegetal, como se denomina a los periódicos impresos, sigue viendo como el digital transforma su negocio de manera radical, y aún no se ha definido como van a convivir las plataformas de pago en red con la versión impresa tradicional. Época de cambios y sonoros hundimientos en medio de la tormenta. Les deseo toda la suerte del mundo. Yo seguiré comprando periódicos.
1 comentario:
muy bueno
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