jueves, mayo 30, 2013

Algún día llegará el verano


Y entonces, tras unas jornadas de disfrute, todo serán quejas. Que si qué calor, qué agobio, si es que esto del calentamiento global es insoportable, claro, después del corto invierno que ha hecho ahora ya llegan los calores para quedarse mucho tiempo, y toda la típica retahíla de peroratas que se suelen decir en estos casos. Lo más probable es que a mediados de Julio el número de hartos por el calor supere ampliamente a los que lo llevan (llevamos) bien y las quejas dominen a la ilusión derivada de las temperaturas gozosas y la manga corta. Tiempo al tiempo, nunca mejor dicho.

Hasta entonces, sin embargo, la primavera de 2013 sigue dejándonos un regusto amargo y esquivo, con algunos días soleados y tranquilos, de temperaturas no muy altas, y otros, bastantes, inestables, plomizos y lluviosos. Ayer mismo Madrid fue un ejemplo de todo esto combinado. Durante la mayor parte del día las nubes fueron escasas, poco más que unos borreguitos decorativos en el cielo, puestos como si de atrezo se tratase para que la imagen fuera lo más bucólica posible, y un sol que dominaba sin que esos pocos obstáculos le impidieran brillar, eso sí, sin dar mucho calor, porque el viento, de intensidad moderada, hacía que la sensación térmica fuera muy inferior a los no muchos grados que había en la calle. Por la tarde la cosa empezó a cambiar, nubes cada vez más gruesas provenientes de la sierra alcanzaron el llano y cubrieron la ciudad, y a eso de las 20, cuando llegué a casa, el cielo estaba completamente encapotado y la sensación de que acabaría lloviendo era inevitable. Y así sucedió poco después. Gotas dispersas inicialmente, que a eso de las 22 horas se transformaron en una serie de chubascos intensos, racheados, acompañados de viento fuerte y frío, que golpeaban los cristales y persianas con mucha intensidad, y que dejaron una noche ideal para pasarla en torno a la chimenea cantando villancicos y envolviendo regalos. El 29 de Mayo se despedía como un día cualquiera de Febrero. Y no se queje mucho si usted me lee desde la capital o alrededores, porque los residentes en el norte de España están más que hartos de una primavera que lo es porque lo dice la hoja del calendario, pero que día tras día muestra una cara invernal que no cesa ni en la cantidad de lluvia que cae ni en las temperaturas, que también caen día tras día. A grandes males grandes remedios, como no podía ser de otra manera, y es el humor la única manera de luchar contra esta monotonía de nubes, días grises y fríos y lluvia más o menos persistente. Los chistes en internet proliferan como setas en otoño o musgo en laderas de umbría, y esta web de el correo que refleja algunos de ellos demuestra que, a veces, el tiempo no es algo de lo que sólo se habla en los ascensores o cuando no se tiene otra cosa que decir. Sumida media España por tanto en una primavera de corte pseudoinvernal, o al menos dominados por esa sensación, no es de extrañar que a lo largo de la semana hayan tenido un éxito fulgurante las noticias que relataban cómo algunas webs de predicción meteorológica, concretamente francesas, señalaban que 2013 puede llegar a ser un año sin verano en los países de la fachada atlántica europea, y especialmente España, en el que las temperaturas se sitúen unos tres grados de media por debajo de lo normal para la época y las precipitaciones sean continuadas o, en todo caso, superiores a lo habitual en nuestra estación seca. Deseosa la población de remangarse y pasar calor (para recuerden, abjurar del mismo a las dos semanas) estos pronósticos han caído como un mazazo, como si fueran nuevas recomendaciones del comisario de economía Olli Rehn, siempre agradable y divertido en sus presentaciones, y el clamor en la calle es unánime ¿Habrá verano? ¿Nos lo recortarán también? ¿La crisis se lo ha llevado?

La respuesta es sencilla, habrá verano, por supuesto, y nada fiable se puede decir sobre cómo se va a comportar dada la tecnología y conocimiento que tenemos hoy en día sobre el funcionamiento de la atmósfera a medio plazo. De hecho hay varios organismos que realizan previsiones estacionales y a día de hoy se recogen escenarios para todos los gustos, como bien se han encargado de comentar los profesionales del tiempo de TVE. Habrá que esperar y ver para saber finalmente cuáles eran las predicciones correctas, que seguro muy pocos recordarán cuando a finales de septiembre el verano sea un recuerdo de algo que sucedió en un pasado muy lejano e idílico, aunque sólo hayan pasado unos días desde entonces. Hasta entonces, y como siempre, disfruten de cada día y den la bienvenida al verano emocional en sus vidas, libérense de nubes que les oscurezcan y hagan brillar su sol interior que, frente al que luce en el cielo, depende mucho más de ustedes mismos que de los modelos meteorológicos.

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