miércoles, mayo 22, 2013

El tornado Aznar golpea La Moncloa


Un tornado imprevisto, no cartografiado, que no salía en los modelos, se abatió ayer por la noche en forma de expresidente del gobierno sobre La Moncloa y su actual inquilino, Rajoy, que debía estar preparándose para la cumbre europea de hoy sobre los paraísos fiscales cuando el servicio de seguridad entró bruscamente en su despacho, le rodeó y se lo llevó al búnker seguro, a prueba de bombas de todo tipo. ¿Qué sucede, preguntaría Rajoy absorto y asustado? ¿Nos atacan?... ¡Sí!, contestaría en coro el grupo de policía de élite… el tornado Aznar nos quiere destruir!!! Y entonces Rajoy, lívido, perdería el conocimiento.

La verdad es que la entrevista de ayer fue todo un espectáculo que, en primer lugar, hay que agradecer a Antena3, que se apuntó un buen tanto y, supongo, una gran audiencia, y en segundo lugar al entrevistado, que si por momentos se quedaba sin voz la elevaba alta y muy clarita cuando quería dejar su mensaje. Aznar se presentó fiel a su estilo. Serio, muy serio, sin apenas expresar sonrisa alguna, adusto, sin bigote, y con muchas ganas de dar guerra. Gloria Lomana, la entrevistadora principal, empezó muy fuerte, preguntándole una y otra vez sobre los papeles de Bárcenas, los sobresueldos, los pagos en mano y la presunta financiación ilegal antes, durante y después de su mandato al frente del partido. En este aspecto Aznar se mostró serio y convincente en un principio, pero luego su argumentación flojeó mucho, teniendo que recurrir al ataque al grupo Prisa, que por mucha inquina y odio que le tenga al expresidente no es una causa que sirva para demostrar la falsedad o no de las acusaciones, y se equivocó por completo en todas las excusas referidas a los pagos de la boda de El Escorial, el primer gran fracaso de su carrera política, el día en el que Aznar abandonó el mundo de los mortales y se convirtió al mesianismo del que aún es fervoroso militante. Sus comentarios respecto a los regalos de los invitados eran más bien cómicos, siendo generosos. A partir de ahí llegó lo más sustancioso de la entrevista, en la que los dos periodistas que acompañaban a Lomana, una nerviosa pero incisiva Victoria Prego y un tranquilo y comparsero Paco Marhuenda jugaron un papel determinante. Y durante ese tramo del interrogatorio Aznar dejó claro el mensaje que, quizás, era la causa última por la que concedía la entrevista, que no es otro que su decepción y hartazgo con el actual gobierno de Rajoy. A cada pregunta sus respuestas lanzaban dardos, flechas y pedradas a la cabeza del actual presidente del gobierno, de su equipo económico y del rumbo global que mantiene el actual ejecutivo. Acusado de lánguido, soltando pullas sobre antiguos miembros de su pasado gobierno que entonces bajaban impuestos y ahora parecen disfrutar subiéndolos, y demandando una actuación decidida, liberal en el discurso y de defensa de las clases medias, Aznar ejerció ayer el papel de líder de la oposición que sigue vacante dado el ostracismo en el que vive el PSOE y sus supuesto líder, Rubalcaba. Por momentos parecía que Aznar no pertenecía al partido en el que milita y comparte junto con Mariano. No quiso entrar en el proceso sucesorio que él lideró con mano de hierro y dedo seleccionador y que concluyó con la elección de Rajoy como su sucesor, pero eran evidentes sus ganas de decir que se arrepentía de la decisión tomada. Como señaló un tuitero muy listo de mientras la cascada de declaraciones no dejaba de caer, a Aznar sólo le faltaba pronunciar un “váyase, señor Rajoy” para dejar claro cuál era su mensaje. En mi opinión, aferrado a su papel a lo largo de los gobiernos que dirigió, Aznar ha perdido parte del sentido de la realidad y, pese a que tiene razón cuando acusa al actual gobierno de no tener rumbo ni mensaje, yerra por completo al pretender renovar unas políticas que en los noventa tuvieron éxito pero que, ahora, y en este contexto, son inaplicables.

Y por si todo esto fuera poco, lo que más titulares ha generado fue justo su declaración final, en la que todo el mundo ha visto unas ganas de volver, un deseo de ser nuevamente candidato a la presidencia y así desbancar a los que, a su juicio, malversan la herencia que él les dejó. Puede ser, pero tengo mis dudas de que así sea. Ungido de ese mesianismo que antes mencionaba, Aznar estaría dispuesto a volver si el partido y la sociedad se lo reclamase, le llamara buscando al líder que les salve del actual desastre, pero ni un PP que se hunde poco a poco en el fango de las luchas intestinas ni una sociedad que se marchita en plena depresión económica reclamaría su vuelta. Por ello, y pese a la jugosa carnaza con la que los periodistas tienen diversión para rato, sospecho que ese regreso no se producirá. Lo noticioso de ayer es el aldabonazo, el castañazo que recibió Rajoy. Eso es lo más importante.

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