¿Estamos en el inicio de una
primavera económica? Viendo los indicadores financieros podría uno sospechar
que es así. La prima de riesgo lleva una semana por debajo de los 300 puntos,
con el bono a 10 años oscilando en torno al 4% de interés, la bolsa sube a
trancas y barrancas, pero lo hace, y al otro lado del charco Wall Street está
en máximos absolutos nunca registrados, tanto en el Dow Jones como en el SP
500. Diríase que el panorama financiero se despeja, pero no se confíen, soy de
los que creen que esto es tan artificioso como temporal, y que responde a
estímulos monetarios de los Bancos Centrales, pero espero equivocarme.
Donde sigue el invierno en su más
cruda expresión es en el mundo de la PYME y su financiación. Se repite tantas
veces que ya se ha convertido en tópico, pero es verdad que España es un país
de PYMEs. Tenemos algunas grandes empresas, sobre todo de servicios, pero el
tejido nacional se basa fundamentalmente en empresas de pequeño tamaño, a veces
muy pequeño. Para esas empresas el acceso a la financiación es como el respirar
para las personas, un pequeño corte de la misma puede ocasionar la muerte sin
remedio. Se puede prescindir de algunos clientes, pedidos y reducir
facturación, adelgazar y pasar hambre durante un tiempo, pero sin respirar, sin
líneas de crédito que mantengan fresca la tesorería, no hay nada que hacer. Y
desde que empezó esta condenada crisis una de las cosas que se ha mantenido
invariable ha sido el cerrojazo del crédito por parte de las entidades
financieras, tras una época de exceso. Tradicionalmente la empresa española
vivía casi en exclusiva de la financiación bancaria, contando con líneas de
crédito preferenciales o productos similares, pero sin salirse de la sucursal
de turno. Su escaso tamaño le ha impedido dotarse de una capacidad de
generación de caja que le permitiera afrontar inversiones y, viviendo bastante
al día, era el “tío del banco” el que permitía seguir en el negocio. Llegó la
crisis, y al” tío de banco” o le echaron o le pusieron un bozal, y ya no se
supo más de él. Sin acceso a ese crédito, el cierre de muchas PYMEs era
inevitable, y empezaron a caer aquellas que tenían mayor debilidad financiera o
que, en los años de exceso, afrontaron inversiones desmesuradas que la bajada
de demanda ha convertido en inútiles derroches. Muchas de ellas estaban mal planificadas
y crecieron en un ambiente de liquidez excesiva, por lo que su caída era, hasta
cierto punto, natural, pero a medida que la crisis se ha transformado en
depresión y la duración de la misma se extiende ya la friolera de cinco años
cada vez son más las empresas que, simplemente, ya no pueden aguantar más y se
caen, víctimas de la fuga de clientes, bajada de pedidos, impagos de
administraciones y demás. En muchos casos la renovación de los créditos que
tenían concedidos les hubiera podido dar un margen, más tiempo para poder replantearse
la situación y tratar, aunque fuera a la desesperada, buscar una salida, una
alternativa de negocio o nuevos clientes donde nunca antes lo hubieran
intentado. Pero no. Se han encontrado con las puertas de los bancos cerrados,
obsesionados como están por lograr cumplir los requisitos de capital y
deshacerse del muerto inmobiliario que destroza sus cuentas Y por parte de las
administraciones y gobiernos no han encontrado ni comprensión ni apoyo, sino
más bien todo lo contrario. Las autoridades locales siguen sin pagarles lo
debido y les sablan a impuestos, mientras que desde el gobierno del PP, como
antes el del PSOE, se les sigue exigiendo pagar un IVA de facturas que no han
cobrado y, si es posible, se les grava aún más. El plan de pago a proveedores
de Hacienda ha sido la única medida de apoyo efectivo a las PYMEs que se ha
llevado a cabo, pero por lo demás todo sigue igual o peros que siempre.
2 comentarios:
Tranquilo que ya ha anunciado la alcaldesa de Madrid que han puesto en marcha un programa de creación de empresas online y esto se soluciona en un plis-plas.
mmm, no le veo saltando a la arena de la economía productiva, no.... Gracias!!!
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