lunes, mayo 27, 2013

Las consecuencias del Abenomics


Tras unos días sin hablar de asuntos económicos me temo que hoy voy a empezar la semana con economía de la dura, que aunque no lo parezca puede ser mucho más emocionante que otros temas que llenan las portadas, como el nombre del último nuño mimado fichado por decenas de millones de euros por una entidad deportiva, por llamarla de alguna manera. No, voy a hablar de millones, sí, pero de muchos, de miles de ellos, concretamente de yenes japoneses, y es que desde hace unos meses en Japón está en marcha un experimento que no se si dispone de precedentes comparables en las economías occidentales, y que de su resultado puede depender nuestra recuperación económica o la prolongación ad eternum de la situación actual.

Japón, en los ochenta segunda potencia económica mundial y competidora de EEUU en muchos aspectos al mismo nivel, sufrió el reventón de una burbuja inmobiliaria desaforada y, desde hace décadas, se encuentra en estado de crisis permanente. Sólo por la frase anterior su atención ha debido de sufrir un respingo y se ha puesto en alerta al encontrarse con algo muy familiar. Desde entonces Japón lo ha intentado casi todo: planes de estímulo fiscal, recapitalización bancaria, quiebras controladas… medidas que, aplicadas por distintos gobiernos, no han logrado evitar que la economía nipona se separara de una senda de crecimiento prácticamente nulo, con pequeños altibajos al alza y a la baja, y una inflación casi inexistente, que presenta recurrentes procesos deflacionarios de mayor o menor intensidad, claro síntoma de la gravedad de la enfermedad que sufre la economía del país. Todo esto era sabido por muchos expertos, pero nadie se fijó realmente en lo que allí estaba sucediendo hasta que en 2008 la crisis estalló y muchos países nos fuimos por el sumidero que se abrió tras el reventón de nuestra particular burbuja. Así discurrían las cosas, como usted tan bien conoce gracias al curso intensivo de economía que recibimos día a día, hasta que a finales de 2012, en las enésimas elecciones japonesas, ganó el Shinzo Abe, presidente del Partido Liberal Democrático, el que más ha gobernado en aquel país desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y anunció que, re resultar victorioso, llevaría a cabo un profundo plan de estímulo financiero para sacar al país de la postración, y que el Banco de Japón, BoJ, se implicaría a fondo para lograrlo. Aquellas declaraciones fueron vistas en principio con indiferencia, otro primer ministro japonés que dice mucho y no es capaz de hacer nada, pero la alusión al BoJ fue otra cosa, porque por primera vez en décadas un gobernante occidental se saltaba la norma, instaurada como ley en muchos países, de la independencia del Banco Central respecto al gobierno. ¿Sacrilegio? ¿Blasfemia? ¿Impostura? Las dudas sobre esas palabras se despejaron muy pronto tras la victoria de ABE, y es que a las pocas semanas de la misma, Haruhico Kuroda, el gobernador del BoJ, anunció la puesta en marcha de una agresiva, inédita y rompedora política monetaria cuyo objetivo era doblar la base monetaria del país para 2015, comprando para ello cantidades ingentes de deuda pública y emitiendo moneda hasta donde fuera necesario. Tres eran los objetivos perseguidos por esta inyección salvaje: Estimular el crecimiento económico, elevar el nivel de inflación del país para reducir el importe de la deuda y atajar el fantasma de la deflación, y devaluar el yen para hacer más competitiva a la economía japonesa, que ve como Corea del Sur le roba mercados sin parar, y así vía exportaciones incrementar aún más el crecimiento. De paso, Kuroda llegó a decir que esperaba que el Nikkei, índice de la bolsa de Tokyo, subiera apreciablemente y así el llamado efecto riqueza asociado al ascenso de las cotizaciones contribuyera a todo lo anterior. Y dicho y hecho, empezó la expansión monetaria y la bolsa japonesa se disparó y el yen se hundió.

Pero no sólo eso. Sumados esos estímulos monetarios a los de la FED de EEUU, sus famosos, QE, el mercado internacional se ha inundado de una liquidez sin rumbo que ha disparado las bolsas y relajado las primas de riesgo soberanas de Europa y gran parte del mundo, despertando un desmedido afán comprado y creando las condiciones para que se forme una burbuja en determinados mercados, empezando por el de la propia bolsa nipona, que lleva ganados más de un 60% en lo que va de año. El “abenomics” es esta política económica, monetaria sobre todo, que ha revolucionado el mercado financiero mundial. La bajada de un 7% del Nikkei la semana pasada ha sido el primer revés serio sufrido en casi seis meses, pero el debate entre los expertos sobre si lo que hace Japón es lo correcto o es un suicidio no deja de crecer. Hablaremos más sobre este asunto en días venideros, no lo duden.

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