jueves, mayo 16, 2013

Llega la clonación humana


Y fíjense que hoy hay temas económicos a patadas, como los datos de Eurostat sobre lo mal o muy mal que se ha comportado Europa en el primer trimestre de 2013, o la rebelión autonómica de los barones del PP por el déficit asimétrico, otro eufemismo más para aprenderse, o la polémica del contrato único, que tarde o temprano defenderé desde esta tribuna, pero no. Hoy quiero hablarles de ciencia, cosa que hago menos de lo que debiera y me gustaría, y es que no siempre en los informativos aparecen descubrimientos científicos en los titulares, y hoy es un día de esos, para analizar y celebrar.

Vaya por delante que no soy un experto en biología, por lo que seguro que incurro en muchos errores formales y de uso de palabras erróneas, pero la noticia así, en bruto, es que se ha logrado practicar con éxito un proceso de clonación celular en la especie humana, como el que acabó desencadenando en el parto de la oveja Dolly hace ya varios años. Científicos de la Universidad de Oregón, entre los que se encuentra una española que fue despedida del centro Príncipe Felipe de Valencia (se recorta en donde no se debe y pasa lo que pasa) han logrado implantar el genoma de una célula de un ser humano vivo y adulto en un óvulo no fecundado. Dado que la célula adulta posee el juego completo de genes de un individuo, el óvulo modificado, originalmente poseedor sólo de la mitad de la carga genética de un individuo, se comporta como si hubiera sido fecundado por el espermatozoide, portador de la otra mitad de la carga en un proceso sexual común, y empieza de proceso de división que da lugar a un embrión humano, y por tanto la creación de células madre embrionarias, dotadas obviamente de la carga genética del donante. Recordemos que las células madre son aquellas que aún no se han diferenciado, es decir, convertido en células especializadas que forman órganos concretos, como riñones, huesos, músculo o tejido nervioso. Una célula madre puede ser cualquier tipo de célula del cuerpo, y por tanto permitir regenerar cualquier tipo de órgano en caso de pérdida o deterioro del mismo. ¿Milagros? Sí en nuestra especie, pero no en otras, como en el caso de las estrellas de mar, que pueden regenerar brazos si los han perdido, por ejemplo. Una vez que el embrión llega a una etapa de desarrollo suficiente en la que se conforma un cuerpo complejo las células madre se han diferenciado por completo y desaparecen, quedando un único “residuo” de las mismas en el cordón umbilical, que hoy en día previo pago es posible conservar tras el parto, y que permite regenerar tejidos de la médula espinal, pero sólo de ese órgano. Obviamente cuando se descubrieron las propiedades de estas células madres, “stem cell” en terminología anglosajona, hubo una carrera por tratar de conseguirlas, y se abordaron dos caminos. El primero fue el logrado ayer, que tras la creación de Dolly parecía el más sencillo y prometedor, así como el más complejo desde el punto de vista ético al sacrificar al embrión creado, clon de una persona existente. En 2004 se produjo el anunció de que se había logrado lo que ayer se hizo público, anuncio efectuado por el doctor coreano Woo Suk Hwang. La réplica y estudio de aquel experimento demostró que era un fraude, se organizó un gran escándalo y la carrera de Woo y la vía clonación entraron en barrena. Tras años de silencio se empezó a estudiar una segunda vía de ataque al problema, que es la llamada reprogramación celular, basada en la modificación de las células de un tejido dado para que vuelvan a convertirse en madres, revertiendo el proceso de diferenciación que tuvo lugar en ellas al inicio de su vida, de donde surgen las células IPS. Este camino, complejo técnicamente pero ausente de problemas éticos, tuvo éxito hace un año, y el científico que lo logró, Yamasaka, obtuvo el Nobel el año pasado. Pese a ello, estas células IPS no son la panacea y recientes estudios demuestran que siguen habiendo algunos problemas en su desarrollo.

Por tanto, lo que ha logrado el equipo de Oregón, ahora sí, es la clonación humana con fines terapéuticos, produciendo así células madre embrionarias idénticas a las que dieron lugar al individuo donante, que nunca generarán rechazo en el sujeto original y que abren la puerta a que, en el futuro, sea factible poder cultivar o recrear órganos de ese sujeto que deban ser extirpados por la causa que fuera. Si el embrión resultante no hubiera sido destruido y su gestación habría terminado, cosa que la ley prohíbe expresamente en todo el mundo, el resultado sería el de la creación de un clon del sujeto original, una réplica genética del donante, con su mismo cuerpo, cara, distinta personalidad e iguales derechos como ser humano. Un gemelo creado artificialmente. Impresionante.

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