Hay reuniones cuyo resultado es,
por definición, asimétrico. Si se logra un acuerdo valen poco, pero si se sale
de ellas enfadado y sin acercar posturas el fracaso es enorme. Quizás se deba a
que se presupone que los que se reúnen, bien por afinidad o intereses previos,
son proclives a alcanzar acuerdos, o es lo natural. De ahí que el logro de algo
natural se vea como poco meritorio y el no alcanzarlo como un hecho grave y
preocupante. Corresponda esta percepción con la realidad o no, lo cierto es que
es la imagen que funciona y sirve para valorar este tipo de encuentros. Ayer
los dirigentes del PP tuvieron una de esas reuniones destinadas a alcanzar
acuerdos “naturales” y que acabó en medio del fracaso más absoluto.
Al inicio del párrafo he usado el
término asimétrico con toda la intención del mundo, y es que lo que ayer se
debatía en Génova, la sede del PP, era la postura común de las CCAA gobernadas
por los populares respecto a la posible relajación de los objetivos de déficit
para 2013 en función de la prórroga que nos va a dar Bruselas y cómo repartir
ese relax financiero. Aunque el problema de Cataluña, su declaración
soberanista, y su exigencia de que le sea concedido un techo de déficit del 2%,
muy por encima de lo acordado actualmente, está en el fondo de toda esta
polémica, no es menos cierto que existe una disensión muy profunda entre las
CCAA gobernadas en exclusiva por el PP. Por un lado se encuentran las,
llamémosles manirrotas por no decir quebradas, CCAA que no pueden lograr el
objetivo de ninguna manera, que son la Comunidad Valenciana, Baleares y Murcia.
Por otro están aquellas que han hecho un gran sacrificio y temen verse
perjudicadas si a las que no lo han hecho se les permite más holgura, que son casi
todas las demás. Y entre esas está Extremadura, gobernada por el PP con el
apoyo de IU, que se muestra como la más beligerante contra la idea del objetivo
de déficit a la carta. Sospecho que en el encuentro de ayer, como relatan
algunas crónicas, se dijeron palabras gruesas, y unos a otros se tiraron los
trastos a la cabeza, acusándose de ser mejor o peor tratadas por el vigente
régimen de financiación, echándose en cara viejos agravios personales y de
baronías orgullosas de sí mismas y envidiosas del resto, etc. En definitiva, un
espectáculo de lo más edificante. Rajoy, impasible e incapaz de decidir en
nada, parece haber optado por dar una patada adelante al asunto y posponer el
acuerdo un mes, hasta el próximo Consejo de Política Fiscal y Financiera, órgano
oficial colegiado en el que se reúnen todas las CCAA, para ver si el tiempo y
los calores del verano que no llegan aplacan resistencias. Sin embargo mi
impresión es que la marejada que ayer se vivió en la sede de los populares es
de fondo, y responde a causas económicas y políticas. Por el lado económico es
evidente que la asfixia financiera de las CCAA se ha vuelto crónica, ya que con
el estallido de la burbuja se fueron pingües ingresos que ya jamás volverán, y
la situación de quiebra no admitida en la que se encuentran varias regiones no
tiene solución sencilla. De momento se ha optado por una refinanciación de la
deuda impagable de las CCAA por parte de un cada vez más endeudado gobierno
central, y por recortar servicios básicos a la población, pero tarde o
temprano, y cuanto más tarde peor, habrá que replantearse el diseño y
funcionamiento de un estado autonómico que es inviable. Creo que no basta ya
con suprimir cargos políticos y estructuras, no. Hay CCAA que no son viables, que
sólo engendran gasto de gestión, y que deben ser disueltas, que se crearon por
imitación en una época de recursos crecientes y que ahora se ven ahogadas en un
mar de deuda en el que no son capaces de mantenerse a flote. La revisión, muy
necesaria, del sistema de financiación, no paliará este problema de fondo.
El otro asunto es el político.
Ningún barón, término horrendo, quiere perder poder frente al resto, y todos
ellos saben que se enfrentan a sus elecciones regionales antes que el propio Rajoy,
y que con una población soliviantada por la crisis ellos serán los primeros en
recibir en su frente la pedrada que va contra Mariano, así que el “sálvese
quien pueda” empieza a cundir entre las filas de unos dirigentes obsesionados
por su carrera personal y no por arreglar los problemas de sus CCAA y, mucho
menos, los del país. En definitiva, lío gordo para el PP, que ayer vio cómo el
problema de la fragmentación territorial que está destruyendo al PSOE echó
profundas raíces en su seno.
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