jueves, junio 27, 2013

Bruselas, otra vez Bruselas


Decir que Europa encara su futuro en una nueva y trascendental cumbre de jefes de estado y gobierno en Bruselas se ha convertido en una de las frases más tópicas y repetidas de los últimos años, no por ello carente de verdad, pero desvirtuada de lo mucho que ha sido repetida y manoseada. Cada una de esas cumbres decisivas se ha saldado con acuerdos in extremis que luego no se han llevado a la práctica, por lo que en el fondo han sido una sofisticada obra de teatro que ha emocionado el público en el transcurso de la representación pero que, tras abandonar el patio de butacas, apenas deja un auditorio vacío y a unos actores orgullosos de su trabajo, y con ganas de repetirlo nuevamente.

En este caso hay una diferencia sustancial respecto a anteriores encuentros, muy relevante para nosotros, me temo que inocua para el resultado final, y es que la posición española que será defendida por Rajoy cuenta con el aval de casi todo el Congreso de los Diputados. Por fin ha habido un pacto, un acuerdo entre PP y PSOE para consensuar la postura de la cumbre, y que finalmente ha contado con el apoyo de CiU, PNV y UPD, lo que en sí mismo es bueno y alcanza el grado de rareza en la política nacional. ¿Por qué digo que puede ser irrelevante en la práctica? De primeras porque el texto consensuado es muy bonito, tanto que parece una carta a los Reyes Magos solicitándoles largos veranos y cortos y suaves inviernos. El catálogo de demandas que se hace a las instituciones europeas es tan amplio como voluntarioso, y desde luego no está en manos del gobierno español el que esas peticiones puedan llegar a cumplirse, ni siquiera escucharse. Y es que, de segundas, y como a las anteriores cumbres, España acude como país rescatado, financieramente, sí, pero rescatado igualmente. Estamos en el club de los estigmatizados, que parece que poco a poco vamos formando una especie de asociación para plantar cara al rico norte, pidiendo que nos ayude a salir de la depresión, usando en público el argumento pomposo de la solidaridad europea, y en privado, fuera del alcance de las cámaras, la amenaza de que los prestamistas del norte que metieron tanto dinero en las burbujas del sur no recuperarán nunca sus inversiones si seguimos en un estado de depresión. En este tira y afloja pudiera parecer que la unión de países rescatados tiene un poder de presión equivalente al de los países ricos prestamistas, pero esa sensación es muy errónea, y los hechos lo demuestran cumbre tras cumbre, encuentro tras encuentro. La dinámica de la gobernanza de la UE ha cambiado mucho estos años, y de una Comisión ejecutiva, que utilizaba el Consejo Europeo para ver ratificadas sus decisiones se ha pasado a una Comisión débil, desposeída de poder real, que actúa en gran medida como secretariado técnico, como administrativos de muy alto rango, pero administrativos, acatando y desarrollando las decisiones que se toman en el Consejo Europeo por parte de los jefes de estado, siendo ahora este lugar de donde emana el poder, y podemos pasarnos media vida diciendo que en una Europa de veintitantos países cada uno cuenta, pero en la práctica todos sabemos que es Alemania, la potencia indiscutible, al que rige los destinos de la Unión, con una Francia cada vez más menguante, incapaz de asumir el papel que le corresponde, y mucho menos el que aspira ingenuamente a desempeñar, un grupo de países del norte asociados a Alemania que, en el fondo, son su zona natural de desarrollo económico (algo así como su área metropolitana), un grupo de países en depresión, entre los que estamos nosotros, que hemos perdido nuestra soberanía a manos de nuestros acreedores al encontrarnos en situación de quiebra más o menos declarada, y el Reino Unido, que pase lo que pase va a su bola decidiendo justo lo contrario y equidistante al resto de naciones. Ese, y no otro, es el campo de juego de las cumbres europeas. A partir de ahí deduzcan las opciones, perspectivas y posibilidades que adquieren las posturas de cada una de las naciones.

Por tanto, más allá de palabras rimbombantes, discursos laudatorios y flores de encargo, no espero mucho del encuentro que empieza hoy. Es probable que se apruebe la concesión del fondo de empleo juvenil de 6.000 millones de euros, de los cuales un tercio puede ser para nosotros, pero eso no es nada (más o menos lo que emitimos de deuda cada cuatro días en las subastas) y poco más. Como asuntos previos está el ecofin, que esta noche ha alcanzado un acuerdo para el orden de prelación de los sufridores de las quiebras bancarias, el preacuerdo de la PAC de ayer mismo y la discusión sobre el presupuesto comunitario 2014 – 2020, acordado hace meses y que el parlamento amenaza con rechazar.

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