¿Se han enfrentado ustedes alguna
vez a un auditorio? ¿Han salido a un escenario a hablar, exponer o disertar,
por trabajo o por algo muy distinto¿ ¿Es esa situación una de sus pesadillas?
o, por el contrario, ¿les entra un gusanillo en el cuerpo cuando ven a un
conferenciante y desean estar en su lugar? Hablar en público, utilizar recursos
expresivos y de dicción ante una audiencia es una de las materias que debieran
ser obligatorias en la educación de todo joven y que poseen una utilidad inmensa,
tanto en el ámbito laboral como fuera de él. En España seguimos sin darle la
importancia debida, pero hoy voy a referirme a dos casos de éxito en este campo
que he presenciado este fin de semana.
Justo al principio del tiempo de
ocio, el viernes por la tarde, asistía a la conferencia
inaugural de la feria del Libro de Madrid, que corrió a cargo de Javier Gomá,
y que versaba sobre la vocación literaria, de cómo surge, en este caso
particularmente en él, y qué implica. Ante un auditorio comedido en su tamaño y
dispuesto a la escucha, Gomá desarrolló un discurso de media hora ameno,
centrado y que, a pesar de que el tema no era sencillo, lograba que cualquiera
de los presentes se introdujera en el mundo de la vocación y la filosofía con
naturalidad. Tras esa primera intervención, se produjo un diálogo entre el
filósofo y Manuel Borrás, editor de sus dos primeros ensayos que, mediante el
recurso a la pregunta y la respuesta, mantuvo el interés de la audiencia sin
abusar en ningún momento del monólogo y la perorata. Era un formato de
comparecencia clásica, con los ponentes sentados en torno a una mesa y el
auditorio de frente, igualmente sentado, en una relación tipo profesor alumnado
pero desvestida del rigor y seriedad que acompaña en muchas ocasiones esa
imagen docente. Ayer por la tarde, en otro contexto muy distinto, acudí a la
puesta en escena de una nueva hornada de contacuentos, entre los que se
encontraba uno de mis compañeros de trabajo. Presentados por su maestro a lo
largo de los meses en los que se han ido formando, y en el acogedor y desenfadado
marco de Libertad 8, cada uno de los cinco miembros de la promoción de
cuentistas (y no me refiero a ejecutivos postgraduados de un máster bancario)
subió al escenario y contó un cuento. Algunos de ellos fueron sentidos, otros
divertidos, por momentos pura carcajada, pero hubo momentos también para la
seriedad, el sentimiento y la ternura a flor de piel. Para varios de los que
ayer se subieron al escenario era su primera vez, el primer momento en el que
se enfrentaban a un auditorio expectante, igual de entregado que en el caso de
la conferencia, pero igualmente exigente (había mucha familia por allí), que llevaba
unas expectativas de casa, unas ganas de pasarlo bien, de aprender, de sentirse
estimulado, y de responder ante lo que se le iba a mostrar. Y como sucedió en
la conferencia del viernes, los cuentistas del domingo lograron su objetivo, y
acabaron por llevarse al público de calle. En el marco de Libertad 8 el éxito
del artista se manifiesta de una manera más ruidosa y expresiva que en el de
una conferencia, con aplausos, risas y brindis de copas en los momentos de
desenfado, pero tanto en el acto del viernes como en el del domingo se alcanzó
ese punto necesario que debe existir en la relación público artista, que hace que
se unan de una manera especial, en la que ambos se retroalimentan, se buscan y
encuentran, y ese punto, que tanto busca el artista o ponente, muy difícil de
alcanzar y aún más de sostener, es mágico en el momento que se logra, y así es percibido
por todos los que se encuentran vinculados a él. Pese a ser novatos en la
materia, mi compañero de trabajo y los que con él actuaron lograron llegar a
ese estadio, y gracias a su esfuerzo y entrega cosecharon un éxito entre los
que allí nos encontrábamos que, a mi entender, no tenía duda alguna. Fue una bonita
tarde para todos, ellos y nosotros.
2 comentarios:
Bravo por esa descripción¡¡ Y me ha encantado lo de los ejecutivos "cuentistas".Casi tiene tanta gracia como lo de las 7 personas con disfunciones en el sistema hormonal del crecimiento...
gracias a ti, por todo
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