martes, junio 04, 2013

¿Qué pasa en Turquía?


Turquía es un inmenso país situado a caballo entre el continente europeo y el asiático, y entre la cultura occidental y la islámica. Presente en la historia de Europa desde el derrumbe del imperio bizantino, su influencia ha ido decayendo con los siglos y hoy en día resulta curioso que un país de semejante dimensión y potencial aparezca muy poco en las crónicas y periódicos, salvo en situaciones de violencia y disturbios como las que actualmente suceden en Estambul y otras ciudades. Tenemos a ese país más olvidado de lo que es debido y hacemos mal.

Quizás por ese olvido, empezando por mí mismo, surja mi sorpresa al ver la magnitud y prolongación en el tiempo de los incidentes que, iniciados el Miércoles de la semana pasada como protesta ante la construcción de un centro comercial en un parque de Estambul, se han convertido en la revuelta más seria que sufre el gobierno proislamista de Erdogan desde que llegó al poder hace más de una década. Noche tras noche, cada vez son más numerosas las concentraciones que se enfrentan a la policía y otras fuerzas de seguridad del gobierno turco, formaciones en las que parece haber poco acuerdo más allá de la protesta contra el régimen. ¿Estamos ante una primavera turca como se ha mencionado en algunos medios? Lo dudo, y en todo caso aplicar ese calificativo a Turquía me parece un error, porque más allá de las distancias que pueda haber con las democracias europeas, que las hay, Turquía se rige por un régimen que para sí quisieran la mayor parte de los habitantes del Magreb o de Oriente Medio. Con amplios sectores de la población occidentalizados, altas tasas de alfabetización y una economía pujante que crece a tasas del 8%, Turquía forma parte de un grupo de países que podríamos considerar emergentes de segundo nivel, tras los BRIC. Junto a ella se encuentran naciones como Vietnam, Bangladesh o Filipinas, que empiezan a ser focos de crecimiento económico intenso y que, con esfuerzo y dificultad, empiezan a sacar de la miseria a amplias capas de población que llevan viviendo en la más absoluta subsistencia desde tiempos inmemoriales. En el caso turco además se vive una tensión derivada del problema religioso que supone uno de los principales escollos para la vigencia del régimen y su futuro como nación, y es que la constitución turca, legado del Ataturk, proclama la laicidad extrema del país, defendida como bandera y seña por el ejército, mientras que las fuerzas proislámicas, de las que el actual primer Ministro Erdogan, de tendencia moderada, es su principal abanderado, luchan incesantemente por devolver el estado turco a una situación en la que la sharia tenga un peso legislativo y las costumbres sean más similares a las que se viven en países como los de Oriente Medio. La eterna lucha que se lleva gestando en el país desde hace siglos entre la fascinación que produce occidente, reflejada en una ciudad, Estambul, a caballo entre dos mundos, y el peso del islam, que es mayor a medida que el país se acerca a sus fronteras en el este. En los últimos años las decisiones de Erdogan, cada vez más proclives a dar poder a los islamistas, y el desarrollo económico, que ha propiciado el auge de una clase media laica y que demanda cada vez mayores libertades, ha sido fuente de tensiones crecientes, que apenas han trascendido entre nosotros. Controvertidas decisiones de los tribunales recurridas por el gobierno, medidas a favor del uso del nihab y otros tocados entre la población femenina y muchas otras por el estilo han creado un caldo de cultivo propicio al enfrentamiento que, de manera inesperada (desde luego para mi) y con una violencia sorprendente, ha prendido en las calles de Estambul en estos días.

¿Qué es lo que va a pasar de aquí en adelante? No lo se. Erdogan parece fuerte y aparenta controlar de manera segura los resortes del poder, pero las imágenes de estos días, de cargas policiales duras, carreras y la existencia ya de algunos muertos empañan su imagen y, cuidado, pueden hacer mucho daño a la economía local, ahuyentando un turismo que en la zona del Bósforo es una de las más importantes fuentes de riqueza. La propia amalgama de opositores que protestan, carentes al parecer de liderazgo y voz que los aúne, complica mucho el análisis de la situación, y saber realmente cuáles son las fuerzas que se están manifestando en al calle y qué es lo que piden. Habrá que estar muy atentos a lo que vaya sucediendo.

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