No deja de ser sorprendente que
estemos asistiendo a la fuga retransmitida en directo de un analista de la
inteligencia norteamericana, que ha vendido secretos inmensos y de enorme
calado, y que trata de huir del poder de los Estados Unidos mediante una
rocambolesca pirueta de vuelos a lo largo de medio mundo. Un guion propio de
una de las mejores películas de espías de la guerra fría que imaginarse uno
pueda se está desarrollando ante nuestros ojos y se administra por entregas en
cada uno de los telediarios, con Snowden como protagonista principal y un
montón de desconocidos secundarios que pululan por la escena.
De momento lo único que parece
seguro es que Snowden abandonó su refugio de Hong Kong, contando con el
asesoramiento de Wiki Leaks, en busca de un destino permanente y más seguro, ya
que una vez que EEUU había dictado una orden de extradición sobre él las
autoridades locales estaban obligadas a buscarlo y entregarlo a los
norteamericanos. De hecho esa orden suponía un serio problema para China ya
que, aunque Hong Kong tiene un estatuto internacional propio, en el fono es
China quien debía detenerlo y deportarlo, y a buen seguro que de pillarlo se lo
pensaría dos veces el hacerlo o no, sospechando lo
mucho que Snowden sabe sobre el espionaje al que ha sido sometido el gobierno y
las empresas y universidades chinas. En el caso de no entregarlo Snowden
sería la espoleta de una bomba diplomática de inciertas pero peligrosas
consecuencias. Por ello la marcha del protagonista de su refugio asiático ha
supuesto para el gobierno de Pekín el librarse de un potencial marrón de mucho
cuidado. Haciendo la vista gorda del pasaporte de nuestro amigo, que hubiera
sido validado aunque fuera falso o llevara impreso el DNI de la infanta en su
solapa, Snowden despegó del moderno aeropuerto de Hong Kong para escapar del
gobierno de Obama y, de paso, acumular muchos puntos en su tarjeta de cliente de
la compañía aérea. Lo primero que se nos dijo es que el vuelo era con destino
Moscú, a donde se supone que llegó en la tarde del Domingo 23, y luego se contó
una historia en la que Snowden volaría desde allí hasta Cuba, con destino final
Venezuela o Ecuador. El gobierno ecuatoriano ha confirmado que Snowden ha
pedido asilo político en ese país y está estudiando admitirlo o no. De hacerlo
ya serías dos los confidentes soplones que acogería el gobierno de Quito, uno
de ellos el propio Snowden en el país y otro el famoso Assange, que ya ha
pasado más de un año encerrado en la embajada de Ecuador en Londre. Según el
plan que se relató, Snowden no pasaría ni doce horas en Moscú, sin tiempo
apenas de disfrutar de los mullidos sofás de la zona vip del aeropuerto y con
las horas justitas para aprovisionarse de provisiones de vodka local con el que
empañar sus penas y dolores actuales. Sin embargo las cosas se empezaron a
complicar ayer, ya que se confirmó que el espía no subió a ningún avión y, por
lo tanto, se supone que permanece en la zona de tránsito del aeropuerto de Sheremétievo,
que es donde aterrizó el domingo. Así, en la mañana de hoy se cumple el tercer
día de estancia informal de Snowden en territorio ruso (técnicamente, si está
en zona de tránsito, no es ruso, sino internacional) y el marrón que antes
comentaba que había rozado al gobierno chino le ha caído de golpe y porrazo al
gobierno ruso, con un Putin al frente que en los últimos tiempos no ha hecho
sino continuados gestos que han aumentado la tensión entre Rusia y Estados
Unidos en muy diversos frentes. Ahora Putin se puede estar haciendo las mismas
preguntas que en su momento pudieron plantearse en Pekín. ¿Lo dejo marchar y me
libro de un enfrentamiento con Obama que no me conviene? ¿O lo retengo y le
conmino a que se refugie aquí y me cuente todo lo que sabe? La mente de Snowden
y lo que en ella se esconde lo convierte en una presa muy apetecible para
cualquier gobierno, que estaría dispuesto a hacer lo que fuera por descubrir
los secretos que, en pequeñas dosis, apenas ha empezado a desvelar el informático
escurridizo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario