martes, junio 18, 2013

Elecciones esperanzadoras en Irán


Hace unos pocos días tuvieron lugar en Irán las elecciones presidenciales cuyo resultado más visible es, de momento, la jubilación de Mahmud Ahmadineyad, nuestro querido “Ajma”, uno de los personajes que frecuentemente han visitado este blog durante los años que lleva en marcha. “Ajma” para quien el apelativo de querido también requeriría numerosas comillas, se va dejando a su país sumido en una grave crisis económica, un conjunto de sanciones internacionales que mantienen a Irán prácticamente aislado del resto del mundo y un historial de declaraciones y actos que lo único que han hecho ha sido elevar al tensión allá donde ese señor ponía los pies. Su marcha es, en sí misma, una buena noticia.

Como Irán es una dictadura teocrática extraña, las elecciones no son como en todas partes. Allí sólo pueden presentarse los candidatos que previamente hayan obtenido el visto bueno por parte del consejo de la revolución, que así creo que se llama el comité de clérigos que manda realmente en el país, al frente del cual se encuentra el imperturbable y todopoderoso Alí Jamenei, el hombre fuerte, muy fuerte del país. Por ello estas elecciones son un poco de cara a la galería, tanto por la criba previa de candidatos como por el hecho de que el ganador, quiera o no, debe plegarse a las exigencias clericales. Diseñadas en formato de doble vuelta, al sorpresa saltó el fin de semana cuando uno de los candidatos obtuvo, por los pelos, más del 50% de los votos, consiguiendo así la victoria directamente y sin necesidad de un segundo comicios. Y el ganador ha resultado ser el moderado Hasán Rohaní, el menos extremista de todos los candidatos, que ha vapuleado a los miembros de la ortodoxia que pujaban contra él y que aparentemente ha recibido el apoyo de toda la disidencia y los descontentos con el actual régimen. Rohaní no es un desconocido para occidente, ya que ha presidido durante bastante tiempo la delegación iraní encargada de negociar la continuidad del programa de enriquecimiento de uranio, uno de los graves problemas que ahora mismo está en manos del ya nuevo presidente, y causa principal de las sanciones que el resto de países a impuesto a la nación persa. En general, la reacción ante el resultado de las elecciones ha sido en parte de sorpresa y un cierto alivio. Sorpresa por el hecho de la incontestable victoria, que al parecer nadie había pronosticado, y menos aún los adictos al régimen de Teherán, que se han visto humillados en su propia casa, y alivio por el hecho de que el sucesor de “Ajma” tiene un perfil diferente, bastante más reservado, introvertido, moderado en el tono y las formas, y probablemente más sensato (bueno, esto es fácil). Salvo Israel, reticente a todo lo que pase en Irán, y con motivos, el resto de líderes internacionales han respirado al saber el resultado electoral y prevén que haya cierta distensión en el contencioso nuclear, uno de los grandes problemas que siguen sobre la mesa y que avanza hacia no se sabe muy bien dónde. De todas maneras habrá que esperar para ver cuál es el rumbo que toma el nuevo gobierno que designe Rohaní, y cómo va a ser su relación con Jamenei. Cuanto más tensa sea ésta más se puede confiar en el presumible aperturismo del nuevo presidente y en la creación de oportunidades para su país. Los retos a los que se enfrenta son inmensos. Internamente, Irán es un país con una enorme población joven, empobrecida, ansiosa de conocer mundo y sometida al yugo del chiísmo más retrógrado y oscurantista. Las variables macro del país muestran un comportamiento deprimente y la economía nacional no puede soportar durante mucho más tiempo las sanciones, las restricciones al comercio de petróleo y la ausencia de divisas. Mejor económica y aperturismo exterior pueden ir de la mano, y Rohaní sabe mejor que nadie lo necesarias que son ambas variables para la estabilidad y futuro de su gobierno y, sobre todo, la sociedad iraní.

En el plano exterior, y además del contencioso nuclear, a Rohaní se le presenta un asunto novedoso que está explotando en cadena, que es la guerra de Siria. El inequívoco apoyo de irán al presidente sirio Asad, directamente mediante la cesión de armamento, personal y dinero, indirectamente a través del apoyo a Hezbolá, ha hecho que, de facto, Irán se haya involucrado en la guerra. La posible presencia de ayuda norteamericana a la oposición a Asad, como anunció Obama la semana pasada, puede hacer de Siria un terreno de enfrentamiento soterrado entre EEUU e Irán, haciendo que la ya compleja situación actual derive en a saber qué. Habrá que estar muy atentos a lo que pase en los alrededores de Damasco y Teherán.

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