viernes, junio 28, 2013

Bárcenas no va a pasar calor en la cárcel


Hay escenas, imágenes, que definen una época o estado de situación. Muchas novelas y artículos son capaces de hacerlo, pero la fuerza explicativa de una imagen a veces es devastadora. Tanto se ha escrito sobre la gran depresión norteamericana que uno puede conocer todos sus detalles, pero basta con ver las sufridas imágenes de Dorothea Lange para sentirse angustiado por la pobreza y desesperación que caracterizó aquella época. En nuestro imaginario colectivo y personal hay imágenes que sirven para que, en torno a ellas, broten decenas, cientos de recuerdos, como perchas de las que colgase nuestra memoria.

La imagen de ayer, con el furgón de la policía entrando en la cárcel de Soto del Real, portando en su interior la figura de Luis Bárcenas, es una de esas que inevitablemente pasarán a los anales de esta época, y que servirá para caracterizarla, describirla y juzgarla. Más allá de lo higiénico que resulta socialmente que un personaje como Bárcenas esté entre rejas, sean preventivas o no, su orden de ingreso en prisión es una de las decisiones judiciales más esperadas, aplaudidas y, seguramente, celebradas, de la historia judicial española, porque en una época de privación como la que vivimos la imagen del sujeto encarcelado, paseándose como un chulapo, haciendo ostentación de su riqueza, obtenida mediante artimañas que como mínimo pueden calificarse de fraudulentas, haciendo peinetas al respetable desde terminales internacionales y jactándose en su pose y estilo de ser invulnerable, era, como señalaba, una imagen insoportable para casi todo el mundo. Sea de la ideología que fuere la persona con la que uno hablara, Bárcenas era para él un delincuente, un estafador y un capullo merecedor de los peores males del mundo, y quizás quien mejor lo definió fue Arantxa Quiroga recientemente elegida presidenta del PP en el País Vasco como sustituta del no menos claro Antonio Basagoiti, cuando hace una semana, en un desayuno en Madrid, comparaba los temblores de piernas y el miedo en el cuerpo con el que muchos de los miembros del PP (yd e otras formaciones políticas) se levantaban cada mañana en el País vasco ante la amenaza etarra mientras que otros, en la sede del partido, se lo “levantaban” crudo, calificando esa actitud como vomitiva. Ese concepto de vómito ha estado muy presente a lo largo de todo este caso, tanto desde el lado de la prensa, que cada mañana vomitaba datos, cifras y documentos a cada cual más escandaloso sobre los apaños y manejos que se han desarrollado a lo largo de las últimas décadas en la sede del PP mientras que la dirigencia pública del partido callaba o miraba hacia otro lado, y la contemplación de todo esto sólo producía unas constantes arcadas, unas ganas de ir al baño y arrojar por él toda esa mierda, y que al dar la cadena se fuera por el agujero, llevándose con ella a los sujetos que impunemente han actuado de una manera tan infame con sus compañeros de partido y, sobre todo, con el conjunto de la sociedad, a la que han defraudado, robado, atracado, a veces a escondidas, y otras por lo visto a plena luz del día. Entre todos los personajes siniestros, patéticos hasta el límite, que han poblado las exclusivas relacionados con la trama Gürtel, Bárcenas es la joya de la corona, el malo por excelencia, el que además tiene el aspecto requerido para salir en las fotos con pinta de malo, vestido como si fuera una parodia de un gánster de altos vuelos, creyéndose invulnerable y actuando en todo momento como si así lo fuera, acostumbrado a mandar y a que sus órdenes se obedezcan. Una joya de personaje para los medios y para los autores de teatro y novela, que ni en sueños hubieran creado un malo tan arquetípico sin caer en la parodia o la chanza. Para un sujeto de este estilo haber pasado su primera noche en prisión y, desde hoy, estar en una celda compartida con otro preso común debe ser una pesadilla inimaginable.

Tras lo de ayer me tengo que quedar con dos lecciones positivas para encarar este asunto. Una es que, como vivimos en una democracia, la podredumbre no se queda oculta bajo los focos y aflora, y al final sabremos todos los detalles de esa trama corrupta. La otra es que lenta, dubitativa y aparentemente sin resuello, la justicia avanza y, una vez puesta en marcha, nada ni nadie puede pararla, y los jueces y demás profesionales que allí trabajan son profesionales que no ceden ante presiones, ni de gobiernos ni de chantajistas. A partir de hoy Bárcenas y sus compinches debieran empezar a reflexionar sobre lo que han hecho y, les aconsejo, confesar poco a poco todas sus fechorías ante el juez. Socialmente ya están condenados, para que así sea judicialmente basta esperar un tiempo, pero lo serán.

El Lunes me lo cojo festivo. Hasta el Martes 2 de julio, disfruten y ojo con el calor, que será intenso la semana que viene

No hay comentarios: