lunes, junio 17, 2013

La fiesta de los libros en El Retiro


Suele decirse, de manera ampulosa y tópica, que las elecciones son la fiesta de la democracia, supongo que porque es el día en el que ejercemos el derecho al voto y participamos de manera efectiva. Usando el mismo símil, me atrevería a decir que la feria del libro de Madrid es la fiesta de los libros, y es que allí, durante dos semanas, autores, lectores y curiosos, se juntan, conocen, ponen rostro, intercambian expresiones y obtienen firmas con las que poner un bello colofón, aunque se estampen al inicio, a la novela que tanto les gustó cuando la leyeron. Esa comunión que se da entre las dos partes que forman el libro es la magia de la feria.

Parece que este año las ventas han subido respecto a la edición precedente, y todo ello en medio de la depresión económica que vivimos, por lo que al menos tenemos una buena noticia que celebrar, y hagámoslo, porque sobran noticias malas y no hay manera de encontrar buenas. Parte de esa subida de ventas se ha logrado gracias a mi ruina personal, que en forma de libro ha esquilmado mi cuenta corriente y dejado a mi tarjeta de crédito más blandita que un helado puesto al achicharrante sol de este madrileño fin de semana. El sábado, tras haber comprado algunos ejemplares, estaba muy cansado, y decidí sentarme en el parque, muy cerca de la fuente y de donde el brazo principal de casetas se ramifica en dos lenguas, y allí, a la sombra de un inmenso árbol, me quede largo tiempo mientras el sol empezaba a ponerse y la luz del día declinaba. Empecé a leer un pequeño libro que había comprado hacía pocos minutos, de impresiones de escritores ilustres sobre su estancia en Roma. Montaigne, James, Hemingway, Shelly y otros cuantos pasaban delante de mí cantando las excelencias, incomodidades o sorpresas que les producía la visita al centro del antiguo imperio, que de todo había, mientras que, de vez en cuando, veía como las multitudes pasaban junto a las casetas, en las que un grupo numeroso, que parecía relevarse de manera natural, ocupaba casi todo el espacio disponible y preguntaba a los expositores sobre novedades o pedidos que llevaban escritos desde casa. En el mismo fragmento de césped en el que me encontraba unos padres jugaban con una niña pequeña, a la que leían unos cuentos que, seguramente, también acababan de comprar, y algo más al fondo unas crías jugaban con sus móviles y cantaban lo que supongo es la canción de moda de hoy mismo. Arriba y abajo, la multitud se movía despacio, cargada de bolsas de la feria, en las que viajaban las adquisiciones, las novedades, los sueños e historias que van a hacerles pasar un mejor verano, y que esperarán ansiosos en casa a que sean abiertos, sus páginas pasadas y so contenido descifrado. Pensaba mientras leía y veía esas escenas, que no todo está perdido, que la cultura de la imagen puede ser avasalladora, invasiva y totalitaria, pero que las letras aún no han dado su última batalla. Que en formato papel, mi preferido, o electrónico, como deseen, los libros siguen siendo una vía maravillosa para el ocio, el conocimiento y el disfrute, y ver a tantos críos en torno a las casetas, en compañía de mayores o solos, me alegraba el alma. Cuando hace un par de semanas compré algunos cómics y novelas juveniles para mi, la caseta bullía con grupos de adolescentes que rebuscaban ejemplares codiciados, y asaetaban al librero con preguntas de examen sobre tal o cual personaje y dónde poder encontrar el último álbum. Yo entendía muy poco de lo que decían, me sonaban algunos nombres, pero me encantaba ver esa pasión en sus ojos, ese deseo por encontrar la novela o el cómic soñado y, una vez alcanzado, sentarse en el primer sitio que se les ocurra, y ponerse a realizar uno de los actos más mágicos posibles. Leer.

En esta feria he conseguido varias firmas de autores, y a ellos debo darles las gracias tanto por el tiempo que me han dedicado como, sobre todo, por lo feliz que me han hecho con sus obras y escritos. Creadores como Aleix Saló, Moderna de Pueblo, Peridis, Leontxo García, Daniel de la Calle, Javier Cercas, José Carlos Díez, Antonio Muñoz Molina….. que me han firmado sus obras y dedicado unas palabras, gestos, sonrisas y saludos, pero que, sobre todo, han creado historias, mundos, ensayos, textos en los que aprender, recrearse y disfrutar, y ese disfrute es el que se comparte durante un par de semanas en las casetas que se instalan en el Retiro, en La feria, en el evento que más me gustan de todos los que se hacen en Madrid.

2 comentarios:

peich dijo...

Hijooo ¡¡ qué bonito, qué bonito ¡¡ lo que escribes y transmites.
Bravo por los libros y su feria¡¡

David Azcárate dijo...

Tú lo eres mucho más... gracias!!!!