No se si ustedes son amantes de
las series televisivas, o si conocen la comedia Te Big bang Theory, BBT, una
divertida serie cuyos protagonistas son un par de genios científicos, el físico
teórico Sheldom Cooper y el experimental Leonard Hoffstadaer, que se vuelven
locos cuando Penny, despampanante rubia de Nebraska sin afanes culturales y de
vida desatada, se convierte en su vecina de apartamento. El asexual Sheldom ve
como su ordenado mundo se desbarata y el ansioso Leonard, dotado de un gran
corazón y experimentadas manos, ve la salida a su infierno sexual justo en
frente a la puerta de su casa. La serie es magnífica.
Siempre he tenido la sensación de
que yo podría escribir casi todos los guiones de esa serie, si tuviera la
gracia y el estilo necesario, claro, y esa misma sensación me entró ayer al
conocer algunos detalles personales de la vida de Edward Snowden, el ex agente
de la CIA que se fue de la lengua sobre el que hablé ayer, y que ha puesto al
gobierno de Obama en uno de sus mayores bretes, y
a las editoriales ante un chollo al revitalizar las ventas de 1984, la
novela de Orwell. Bien, resulta que Snowden, pillín, tenía novia, cosa que no
es tan rara, pero sí si observamos los perfiles de ambos que, por lo menos, se
puede afirmar que conformaban un dueto singular. Él era lo que parece ser, un
genio de los ordenadores, encantado de dedicar horas sin fin a su profesión, y
de pasarse las tardes del domingo viendo fútbol en el salón, se supone que del
americano, no la versión patria. Ella
era, digámoslo así, diferente. No sólo diferente a él, cosa que pasa en
muchas parejas, sino diferente a la mayoría de las personas a las que
conocemos, al menos yo, hombre discreto y normalito, que conozco a muchas
personas y más mujeres aún. Lindsay Mills, que así se denomina la Penny de
nuestra serie, de 28 años, luce
en las imágenes que de ella inundan la red, un físico y un aspecto sumamente
atractivo, empezando por el hecho de que enseña mucho físico, casi todo.
Bailarina, que algunos asocian al striptease por el hecho de aparecer muy
ligera de ropa, Mills es una mujer sumamente extrovertida, que le gusta pasearse
desnuda allá donde sea posible, que da clases de circo, y que en su vida y
trabajo se rodea de bohemios excéntricos, donde ustedes pueden rellenar ese
concepto de excentricidad bohemia con lo que les plazca porque la verdad es que
no se indica en ningún lado qué personajes son los que merecen ese
calificativo, aunque suene interesante. Así que piensen por un momento en las
tardes de domingo de esta pareja. El en el sofá, absorto ente el fútbol, derrengado
tras pasar decenas de hora delante del ordenador creando programas espía y
manejando información confidencial para el gobierno mientras que su novia
desnuda se acurruca a su lado agitando las piernas como en ejercicios de barra
imaginarios y con un par de bohemios rondando por la cocina (porque, excéntricos
o no, los bohemios también comerán algo, o al menos seguro que beben) Ella
acaricia a su querido Nerd (friky informático en argot) sin saber que ese
hombre deshecho que yace a su lado es un poderoso espía que posee los secretos
de miles de personas, bohemias, sibaritas, sosas o apasionadas. Ella vive una
vida alocada, desenfrenada y fuera de todo tipo de patrón social considerada
como habitual mientras que él, que parece ser justo lo contrario, con su
existencia anodina y supeditada a un trabajo esclavista, resulta llevar una doble
vida, ser una tapadera andante, aparenta vivir en el ostracismo mientras que en
el fondo late el desenfrenado espíritu de un James Bond que, sin saber si es
adicto a los Vodka Martini agitados, seguro que zampa hamburguesas y cocacolas en
grandes cantidades, mientras sueña con la copa de tallo alto y forma
triangular, el smoking y el Aston Martin en la puerta. Y ella que se creía
alternativa…..
Ahora Snowden se ha ido, ha huido
del país con sus secretos, y Mills, con sus gafas de pasta, braguitas rosa y
libro estratégicamente situado, se ha quedado sola, triste y engañada. Las frases
que han sido extraídas de su blog muestran tristeza, amargura y sorpresa, al
saberse engañada no tanto por la marcha de su amante como por la doble vida que
éste llevaba, en la que ella no participaba en lo más mínimo. Penny se ha
quedado sola, y el divertido científico de enfrente ha demostrado tener un
reverso tenebroso muy propio del lado oscuro de la fuerza. Seguro que la lista
de bohemios que ansían consolar a Mills y hacer que deje de leer es muy amplia.
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